lunes 19 de febrero de 2024

La trama se centra en Adam (Andrew Scott), un guionista solitario que decide emprender un viaje emocional al regresar a su hogar de la infancia en busca de inspiración para su próximo proyecto.

Este retorno desencadena un torbellino de recuerdos y emociones, especialmente al encontrarse con la presencia de sus padres, quienes fallecieron trágicamente en un accidente cuando él apenas tenía 12 años. Interpretados por Claire Foy y Jamie Bell, los padres aparecen con una edad que corresponde a la época de su muerte, lo que añade una capa de surrealismo al encuentro. Este cruce entre lo real y lo imaginario, entre lo tangible y lo onírico, entre la vida y la muerte, se entrelaza con la soledad y la lucha interna que experimenta Adam, agravada por su inestable salud mental.

En medio de esta carga emocional, se produce un encuentro casual con su vecino, Harry (Paul Mescal), en un edificio de departamentos desolado de un barrio de Londres. En esta atmósfera de soledad y conflicto interno, surge una intensa relación entre ambos personajes, marcada por la tragedia y la esperanza.

Empapada de un tono melancólico y desalentador, que recuerda al estilo de Aftersun de Charlotte Wells (2022), Todos somos extraños se sustenta no solo en el solvente guion y la impecable dirección de Andrew Haigh, quien adaptó la novela «Strangers» (1987) de Taichi Yamada, sino también en un soundtrack cuidadosamente seleccionado cuyas letras dialogan con la trama. Además, de una dirección de fotografía que crea una atmósfera opresiva y envolvente.

A través de estos elementos, la narrativa aborda temas universales como el duelo, la identidad, la soledad y la búsqueda de conexión emocional. Sin embargo, su mayor fuerza radica en la exploración profunda de la homosexualidad y las complejidades de las relaciones amorosas, así como en la proyección de figuras parentales ausentes en la vida de los protagonistas.

Las actuaciones son otro punto destacado de la película. Paul Mescal, en el papel de Harry, realiza una representación que destaca por su capacidad para transmitir una amplia gama de emociones y matices, especialmente en lo que respecta al dolor y la búsqueda de conexión que caracterizan al personaje. Del mismo modo, Andrew Scott, en su interpretación de Adam, logra capturar de manera notable la complejidad de su personaje, exhibiendo con habilidad su vulnerabilidad y los conflictos internos que lo afligen a lo largo de la historia.

Todos somos extraños se presenta como un periplo introspectivo que interpela al espectador sobre la dicotomía entre la ausencia y la presencia en la experiencia humana. La película incita a una reflexión acerca de cómo nuestras expectativas modelan la búsqueda de identidad y los vínculos interpersonales. A pesar de su desenlace descorazonador, promueve una mirada más profunda, abordando interrogantes trascendentales sobre la esencia de la existencia y la complejidad de la condición humana.