Ana Calvo


Ana Calvo


Con la llegada del verano, los jardines y terrazas explotan en una sinfonía de color y aromas. Los espacios exteriores cobran vida y las plantas y flores se convierten en las grandes protagonistas de nuestra casa. Geranios, hortensias, buganvillas, margaritas… Sin embargo, si buscas una variedad llamativa, preciosa y, sobre todo, resistente y fácil de cuidar, apunta este nombre: Spirea.

Conocida como reina de los prados, corona de novia o corona del poeta, la spirea es un arbusto ornamental originario de Asia (China, Japón y Taiwán) que pertenece a la familia de las Rosaceae e incluye más de cien especies distintas, siendo la spirea japónica, la vanhoutte, la cantoniensis, la crenata y la douglasii las más comunes en nuestras terrazas y jardines.

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Con diferentes formas y colores, las spireas son plantas semiperennes que pueden alcanzar los dos metros de altura y que destacan, sobre todo, por sus minúsculas flores en corimbo (fucsias, rosas, blancas, amarillas) y sus hojas lanceoladas de borde dentado y un verde vivo e intenso.

Como si de un jardín nevado en pleno agosto se tratara (de hecho, también se les llama nieve de primavera), las spireas forman mantos de flores frondosos, lo que las han posicionado como una de las plantas más populares en nuestras casas: son preciosas, son muy agradecidas y, además, precisan unos cuidados mínimos y muy sencillos, aptos incluso para jardineros inexpertos.


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Cuidados de la spirea: mucho sol y poco riego

Aunque la spirea es una especie adaptativa que puede cultivarse con facilidad en diferentes climas, es importante conocer sus necesidades específicas para que crezcan en todo su esplendor. Las más importantes, la ubicación, la cantidad de luz que reciben y las necesidades de riego que precisan.

Dónde colocar nuestras plantas para favorecer su crecimiento y floración es clave, y en el caso de la spirea, se trata de una flor que, aunque tolera la sombra parcial, prefiere pleno sol y luz directa un mínimo de 6 a 8 horas al día, lo que la convierte en una variedad muy apreciada en jardines con zonas muy expuestos a los rayos.


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Además, la spirea es un arbusto que prefiere las temperaturas moderadas y la ideal para la mayoría oscila entre los 10 y los 25 grados, aunque algunas variedades pueden tolerar , incluso, hasta -20° grados bajo cero. Eso sí, las temperaturas extremadamente altas o muy bajas pueden afectar su crecimiento, floración y apariencia.

Al elegir la ubicación, además de la exposición al sol y a la luz, en el caso de la spirea también deberemos atender al tipo de suelo: necesita uno bien drenado para evitar problemas de raíces, y si es ligeramente ácido a neutro, ideal. ¿Un truco de jardinero? Aplica una capa de mantillo alrededor de la base de la planta para conservar la humedad del suelo y regular su temperatura y haz poda para mantener la forma y promover la floración a finales de invierno o principios de primavera

Por último, si la spirea nos lo pone muy fácil con la ubicación por su alta tolerancia al sol directo, con las necesidades de riego hace lo mismo: una vez agarra, se trata de una planta que tolera largos periodos de sequía, aunque prefiere un aporte de agua regular para garantizar que el terreno esté siempre fresco y húmedo, que tendremos que aumentar en épocas de calor extremo y justo después de plantarla, para que establezca bien sus raíces en la tierra.

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