Esta semana, una nueva historia de vínculos llegó a la pantalla grande del Cine Gaumont. Se trata de Lo que escribimos juntos (2024), la película escrita y dirigida por Nicolás Teté, con las actuaciones de Santiago Magariños, Ezequiel Martínez y Nazarena Rozas. En un comienzo, el relato sigue a Mariano y Juan, quienes llevan varios años de novios, tienen un perro y una vida aparentemente tranquila. Mariano siempre quiso tener un vivero alejado de la ciudad. Aprovechando que el trabajo de escritor de Juan está más asentado por el éxito de su última novela, deciden hacer ese cambio. Mientras se acomodan a su nuevo espacio y sus nuevas rutinas, reciben la visita de la mejor amiga de Juan, que trae una noticia y varias preguntas.

 Ya llevás un variado recorrido cinematográfico, entre la ficción y el documental. A raíz de tu experiencia ¿Con qué seguridades e incertidumbres encaraste este film?
Todas las películas son distintas y se encaran con distintas seguridades e incertidumbres. En este caso, tenía la seguridad de que quería hacer una nueva película y que quería contar esta historia. Sentía que esta historia estaba buena para contarla luego de mi largometraje anterior. Creo que es un crecimiento de mis personajes tanto en edad como en pensamientos. Por otro lado, tenía incertidumbres, porque siempre hay, en cuanto a poder producirla, es una película muy independiente. Si bien ya tengo experiencia en filmar así tan independiente, es muy difícil que todo esté resuelto, además cuando contás con muy poco presupuesto estás en la cuerda floja siempre. También la incertidumbre de lograr filmar en solo nueve días y, también, a la hora del montaje era un desafío. Yo venía de una película con muchos personajes y con muchísimas situaciones, ésta no es una película tanto de situaciones sino más introspectiva y de diálogos. Igual me siento seguro trabajando los diálogos, me encanta escribirlos. Intento confiar en la historia que busco y quiero contar.

Se trata de una película atravesada por la intimidad, lo vincular, entre los tres personajes, ¿qué cuestiones tuviste en cuenta para lograr esos lazos y retratarlos con la cámara?
Sí, es una película muy de la intimidad y de lo vincular, no solo en la pareja sino también en la amistad. Creo que siempre es un desafío contar esos vínculos cuando ya tienen una historia. Me ha pasado de encontrarme con muchas películas que cuentan el inicio de una relación, que es muy lindo de ver, y que más o menos nos podemos imaginar cómo contar el primer encuentro amoroso, ese primer beso, pero no es tan sencillo contar, no sé, el beso número mil de una pareja, como es en este caso, que están juntos en la cama y no es ese descubrimiento de los cuerpos, sino estar con alguien que ya conozco. Lograr transmitir eso era realmente un desafío. Por suerte, pudimos ensayar muchísimo con los actores y generar un vínculo entre ellos, eso fue muy bueno y muy útil para haberla filmado en muy pocos días y para lograr que ese vínculo se vea orgánico en cámara.

La amistad también se logró. Esa cosa de la convivencia que tiene la película fue ayudada por el hecho de filmarla fuera de la ciudad y viajar con los actores. Ellos también estaban conviviendo en un mismo departamento. Son cosas, a veces, un poco azarosas, cuestiones más de producción, pero que ayudan en la película. Después, en el guion, pensé mucho las escenas.

¿Qué desafíos y posibilidades te brindó filmar la película en las afueras de la ciudad?
Filmar fuera de la ciudad es genial, lamentablemente no todas las historias lo permiten, pero en este caso sí. Por el lado de producción es un desafío porque es viajar y llevar gente a otra ciudad, y eso siempre es una responsabilidad muy grande. Llevar parte del equipo técnico y los actores, es una organización muy fuerte. Cuando estábamos recibiendo al equipo en la terminal de Villa Mercedes, yo pensaba: “¡Wow, acá de nuevo!”. Ahí es como que se hace real la película. Es mi cuarta experiencia filmando en la provincia de San Luis, que es mi provincia, el documental La vida sin brillos es la única peli que no hice en San Luis, y estoy acostumbrado. Una parte mía de estar en el rodaje es estar de viaje, entonces, lo tengo muy en mente, es más, cuando he rodado cositas más cortas en Buenos Aires, o mismo algunas escenas de mi peli anterior que se filmaron en Buenos Aires, me fue más extraño que viajar para filmar. Después, para mí da muchas posibilidades, desde que se puede cortar una calle de forma más simple, a filmar en un montón de lugares re lindos, también está el desafío de mostrar lugares que no son típicos en nuestro cine. Y organiza mucho la filmación, en estos casos que son pocos días de rodaje, a todo el equipo lo organizó mucho, saber que de tal día a tal día estamos en San Luis filmando una película.

El largometraje ya recorrió, y continúa recorriendo, distintos festivales nacionales e internacionales, ¿Que sentís al ver esta creación audiovisual colectiva, impulsada por vos, en diversas pantallas, y siendo recibida por múltiples públicos?
Sí, por suerte la película está realizando un lindo camino, cada vez se va potenciando, y justo ahora en el estreno recibimos como cinco confirmaciones de festivales. Hay algo de que se potencia la película, continúa el camino, ya desde octubre del año pasado se está proyectando en festivales, es muy lindo eso. Siempre me permito decir: “’¡Wow! Esto lo pensé un día, dije voy a hacer una película de esto, me puse a escribirla y empecé a mandar el proyecto a colegas, a posibles apoyos, a conseguir todo lo que necesito para poder hacerla y es un trabajo muy largo”. En algunos casos he estado más acompañado, en esta peli fue un camino bastante solitario. Soy director, guionista y el único productor, en otros casos estuve con compañía, pero esta vez no y fue agotador. Igual no deja de ser muy maravilloso y loco todo lo que veo que va pasando, los mensajes que uno recibe de espectadores, y ni hablar de ese día que estamos sentados en una sala y de repente vemos que está la película terminada. Decís: “Esto lo pensé yo, lo creé yo y lo trabajé junto con un equipo hermoso”. Por ahora no fui a ninguno de los festivales, pero anteriormente me ha pasado de estar en un festival en Nueva York, entrar, ver la película y encima con este plus de que varias de mis pelis están filmadas en Villa Mercedes. Entonces, es hermoso entrar a una sala de cine en medio de Nueva York y ver Villa Mercedes en pantalla grande. También la gente preguntándote dónde es ese lugar, genera algo muy lindo.

 Jugando con el título, y pensando que cada filme deja su huella en la historia del cine argentino, ¿En qué considerás que deja su huella «Lo que escribimos juntos» en la cinematografía nacional?
Lo que escribimos juntos… Espero que deje una huella en el cine nacional, o por lo menos en varios espectadores del cine nacional. Creo que, en general, con todo mi trabajo… estoy generando un camino. Considero que la película puede dejar su huella porque es diferente. Narra algo particular, que no está tan retratado, que es una pareja de dos hombres con años de relación. A mí me costó mucho encontrar películas similares para ver. No sé, por ejemplo, está Los adoptantes. Pero ahí el centro del relato es la posibilidad de la pareja de adoptar. Solo sobre el vínculo no hay. Y también es muy generacional la película, los personajes tocan muchos temas mientras hablan, temas que hoy yo hablo con mis amigos. La peli la filmamos hace dos años, pero son tópicos que sigo hablando con ellos. Incluso algunos se han intensificado como: nos vamos del país, ser madre/padre, frustraciones laborales. Da mucha data muy del presente, me permití que esté anclada bien en este tiempo, ocurre claramente post-pandemia, en Argentina.

La verdad que uno tiene ganas de dejar cierta huella en los espectadores, yo hago películas para que sean vistas y se completen con esa mirada. Sé que mi peli anterior ha dejado una huella en muchos espectadores. Al día de hoy la sigue viendo mucha gente y me siguen llevando mensajes re lindos y muy sentidos. Entonces, espero que esta nueva película tenga un lindo camino y llegué a diversos públicos.