Como Diego Maradona cuando dijo que su sueño era jugar el Mundial, Lourdes Carlé también tenía 10 años cuando reveló que su meta en el mundo del tenis era ser profesional. Un video de YouTube muestra a una nena caradura, mascando chicle y peinada con dos colitas, que medía menos que el alto de la red. Todavía vivía en Daireaux, una localidad de 12 mil habitantes a 300 kilómetros de Tandil, ciudad a la que se mudaría poco después solo con su mamá. Desde entonces, en su carrera ya aparecen dos de los entrenadores que formaron a Juan Martín Del Potro: Marcelo Gómez, en sus inicios, y Franco Davin. desde hace un año y medio.

«A esa nena del video le diría que siga entrenando, que ni cuando ganás sos la mejor ni cuando perdés sos la peor. Entendiendo eso vas mejorando y disfrutando mucho más del camino. Me ha pasado que estaba muy enfocada en ganar, ganar y ganar y si no ganaba, me frustraba mucho y lo terminaba pasando muy mal. Ahora, sé que si gano, gano y si no, tengo revancha la otra semana», cuenta con 21 años, después de una semana en la que disfrutó de dos triunfos contra jugadoras top 30 -Elena Rybakina (23°) y Yulia Putintseva (30°)- pese a la derrota argentina contra Kazajistán en la Billie Jean King Cup.

«Después de haber vivido esto que viví, mi motivación es estar jugando con estas chicas lo antes posible, porque considero que cuando una juega contra chicas buenas y de mayor nivel es cuando levanta el nivel y mejor juega», sostiene la actual 403° del mundo, ranking lejano al nivel que mostró en Córdoba y que responde a una decisión de la que -asegura- no se arrepiente.

-¿Cómo decidiste poner tu carrera en stand by para estudiar management deportivo en la Universidad de Georgia?

-Viajando en torneos tenía muchas ofertas de universidades y la tomé porque mi familia también quería que aunque sea estudie un año y pruebe esa experiencia. Para ellos el estudio es muy importante. Por ejemplo, yo nunca hice el colegio online, con todos los sacrificios que implicaba, porque viajaba mucho, entrenaba mucho y también iba al colegio, lo que me desgastaba. Pero también se los agradezco a mis papás porque hoy tengo un grupo de amigas y otras cosas más allá del tenis, que está bueno.

-¿Qué te dio esa experiencia?

-Me dio mucho. Fue muy linda y la disfruté porque se compite en equipo. Cuando competí el fin de semana con Argentina, me acordaba de lo que la universidad me había dado: ser buena compañera, apoyar a tu equipo. Y después el tema del idioma que me ayudó mucho, porque para jugar al tenis hablar inglés es clave. Entonces, no me pareció mal ir aunque sea un año. Hoy en día tengo una beca para volver cuando quiera a estudiar y es una puerta enorme, porque en el tenis no sabés nunca mucho qué puede pasar.

-¿Y en lo tenístico?

-No sé si me dio mucho, pero sí el equipo: éramos 8 jugadoras que nos llevábamos muy bien y ganamos los nacionales, fuimos número 1 de la nación y eran cosas grossas para la universidad. En cuanto a lo tenístico quizá me atrasé un poco pero son caminos distintos. Mi carrera tenística no iba a cambiar por un año y hoy eso me permitió estar donde estoy y entrenando con las personas con las que estoy.

-No hay arrepentimientos, entonces.

-No me arrepiento de esa decisión. Fue un año en el que la pasé muy bien pero era consciente de que el ranking se iba perdiendo de a poquito. Fue una lucha pero no me arrepiento.

-Poco antes, ganaste el Orange Bowl en 2015 y en 2017 habías llegado a las semifinales de US Open y clasificaste para el Masters. ¿Qué recordás de esa etapa como junior?

-Lo del Orange fue un paso muy importante para mí porque iba todos los años y nunca me había ido muy bien. Y cuando lo gané fue un gran paso para mi carrera, uno de los primeros pasos grandes que dí y que por ahí me la creí un poquito más. Después llegó el US Open, una experiencia inolvidable, gracias a lo que pude lograr el ranking para entrar al Masters. Si me pongo a pensar con las chicas que viajé a China están todas metidas: Marta Kostyuk (85°), Whitney Osuigwe (167°), Elena Rybakina (23°), Maria Camila Osorio (117°), Kaja Juvan (95°), Wang Xinyu (145°). Ya se veía en esa época el alto nivel y yo no estoy ahí hoy en día pero soy consciente de que tomé otro camino. Por ahí, esas chicas ya habían dejado el colegio, yo fui a la universidad después.

-Y Estados Unidos te abrió la puerta para trabajar con Franco Davin.

-Es otro paso enorme en mi carrera. Hace un año y medio estoy en Miami. Aprendo un montón de Franco, me da lo que necesito para aspirar a ser una buena jugadora de tenis. Así lo considero. El me da todo. Y estoy muy feliz de trabajar con él y todo su equipo.

-¿Qué notás que cambiaste?

-Desde que me entreno con Franco, me marca cosas que yo nunca me hubiera dado cuenta. Veo un progreso enorme en mi juego. Todavía me falta un montón pero para mí lo buenísimo que tiene Franco es que te va a hacer jugar tu mejor tenis. Me entreno mucho más concentrada que otras veces y eso me da seguridad a la hora de jugar. Cuando era chiquita me dispersaba mucho y con Franco no me pasa. Además, con él incorporé un psicólogo deportivo, algo que no había tenido oportunidad cuando era chica y son detalles que van sumando cuando uno se va insertando en el profesionalismo. Y también me gusta hablar mucho de tenis con él porque aprendo mucho y siento que siempre me va a guiar de la mejor manera.

-¿Tenés objetivos planteados?

-A corto plazo me gustaría tener un ranking que me permita jugar las qualys de la Grand Slam, para hacia fin de año poder jugar alguna, y seguir mejorando mi tenis. Porque si eso pasa, lo voy a poder lograr. Y a largo plazo me gustaría estar top 10. Pero es un trabajo, ¿no?

Un fin de semana (casi) soñado

Lourdes Carlé es la tercera mejor tenista argentina de la actualidad. Según lo que dicta el ranking de la WTA, Nadia Podoroska (45°) y Paula Ormaechea (289°) están un escalón por encima. Lo que puede lucir la bonaerense es haber sido la mejor representante nacional en los 3 W25 que se disputaron en el país en las últimas semanas y que le permitieron llegar con confianza a la serie contra Kazajistán de la Billie Jean King Cup.

«Eso me aportó mucho para llegar bien. No me venía sintiendo bien ni con un tenis muy bueno -reconoce-. Pero jugué tres torneos seguidos, fui sumando partidos y ritmo. Entrené muy bien y bastante con Nadia, que me ayudó porque ella venía con un ritmo muy alto de velocidad. Y también la preparación con mis entrenadores. Yo sabía que venía jugando bien en entrenamientos pero me faltaba pasarlo a los partidos y por eso me pone muy contenta haberlo conseguido en esa competencia».

Primero, venció a Elena Rybakina , 23 del planeta, por 6-4 3-6 y 6-0, y al día siguiente forzó el dobles al ganarle a una Yulia Putintseva (30°) acalambrada por 6-7, 7-6 y retiro. «Nunca había vivido una cosa así, más en mi casa, uno empieza a pensar ‘mirá si pierdo con una chica que no puede sacar’ y por ahí la cabeza te empieza a jugar en contra. Si bien tuve dos puntitos que erré fácil traté de volver lo más rápido posible y eso fue la clave para poder ganar el set. El tercero yo ya sabía que si era verdad lo que le estaba pasando, no íbamos a poder terminarlo», recuerda.

«Fue un fin de semana increíble. Me lo voy a acordar para el resto de mi carrera tenística. Es algo que me marcó mucho. Fueron las mejores sensaciones que tuve adentro de una cancha. Además, representar al país siempre me gustó, desde chiquita, y por suerte pude ganar esos dos partidos. Más allá de haber perdido la serie, eso me va a servir para el resto de mi carrera», comparte quien arrancó la serie como 430 del mundo.

Consciente de lo difícil que era evitar caer a la Zona Americana y quedarse con una plaza en los Qualifiers 2022, Carlé resalta que «en los papeles, era una serie que iba a ser muy complicada». «Parecía que no íbamos a tener muchas chances, y terminó siendo al revés, incluso con chances de haber podido ganar», valora quien fue olímpica en los Juegos de la Juventud que organizó Buenos Aires en 2018.