El Buenos Aires Rojo Sangre no frena, jamás, su marcha: como buen zombi, el festival de género más importante de Argentina, ha logrado imponer su pedigrí, eso de ser el festival más antiguo de cine fantástico de Latinoamérica. Desde el pasado jueves hasta el domingo 13 de diciembre, el festival podrá disfrutarse desde Flixxo, el canal oficial del evento en Youtube. Cada título de programación, hablamos de hasta cien cortometrajes y 34 largos, estará disponible por 72 horas después de su “estreno”. También se usará la plataforma Cont.ar para una competencia especial y sus documentales.

Uno de los artistas que estrenará su film en el festival es Alejandro Ibáñez Nauta, con su ópera prima, Urubú. Ibáñez Nauta es parte de un legado mítico del género: es hijo de Chicho Ibáñez Serrador, el creador y responsable de milagros como Historias para no dormir y ¿Quién puede matar a un niño?, y nieto del popular Narciso Ibañez Menta, el nacionalizado argentino que generó clásicos como El hombre que volvió de la muerte y El pulpo negro.  

—¿Qué dirías define a tu legado familiar y su vínculo con el contar historias?

—Mi familia ha estado ligada al mundo del espectáculo durante muchas generaciones. Tanto mi abuelo, Narciso Ibáñez Menta, como mi abuela, Pepita Serrador, provenían de familias dedicadas al mundo del teatro. Mi padre se crió entre bastidores. Este conocimiento profundo de todos los aspectos de la producción de un espectáculo le ayudó posteriormente en su carrera como director y creador.   

Este legado ha sido muy beneficioso en algunos aspectos, me he criado asistiendo a rodajes y he conocido a gente con muchísimo talento desde mi infancia, pero también supone una gran presión a la hora de desarrollar mi carrera como director, en tanto que siempre se va a comparar mi trabajo con el suyo. De aquí, que en mis trabajos anteriores me dedicase al mundo del documental.

—¿Cómo das este paso entonces a tu primer largo?

—En los últimos años, ante el deterioro de la salud de mi padre, nació un deseo de realizar un proyecto que nos permitiese trabajar juntos. Esta película es un homenaje a mi padre, con el que siempre he compartido la pasión por el cine de género. En Urubú hay muchos guiños a sus películas, y a la hora de hacerla, me he basado mucho en sus enseñanzas. Aunque mi padre pudo ver algunas secuencias durante la fase de montaje, por desgracia su salud no le permitió colaborar activamente, que es lo que a mí me hubiese gustado. Me queda la satisfacción de que sus comentarios fueron muy positivos, pero tengo una gran pena porque falleció un par de semanas antes de que terminase la posproducción y nunca pudo ver la película completa.

—¿Qué creés la industria del terror representa a nivel global?  

—El cine de género es uno de los que mejor funcionan a nivel internacional. Yo creo que el miedo es una de las emociones básicas del ser humano y se comparte a pesar de las diferencias culturales. Y esto hace que las películas de terror tengan buenos recorridos comerciales sin necesidad del tirón de grandes estrellas mediáticas y presupuestos desorbitados. Esto implica que es uno de los géneros que permite mayor experimentación y libertad creativa a los directores.

En particular, el cine de género español tiene una salud excelente. De hecho, España es una potencia mundial. Directores como J. Bayona, Paco Plaza, Jaume Balagueró, Rodrigo Cortes… son auténticos referentes a nivel mundial. Por cierto, todos ellos se han declarado discípulos de mi padre. Todos hemos crecido asustados por sus películas y sus Historias para no dormir.