Si piensas en una isla paradisíaca, posiblemente tu mente se traslade a paisajes asiáticos o a algún rincón exclusivo como el emblemático Monte Saint-Michel en Francia. Sin embargo, no es necesario salir de España para disfrutar de uno de esos espectáculos de la naturaleza que hace que te quedes embelesado ante la majestuosidad de su obra.
Hablamos de la isla de San Nicolás, conocida también como isla de Garraitz, que se ubica en la bahía de Lekeitio, en la costa vasca. Se trata de un espacio en mitad del mar en el que la naturaleza campa a sus anchas y marca el ritmo de la vida allí, y no solo porque actualmente solo esté habitado por flora y fauna local, sino porque su acceso lo controlan las subidas y bajadas de las mareas del Cantábrico.
Aunque actualmente no esté habitada por humanos, la isla de Garraitz ha sido un enclave fundamenal a lo largo de la historia, hasta el punto de que en 2019 obtuvo la distinción de Parque Arqueológico por la importancia y la cantidad de restos que se han encontrado en ella. Entre ellos destacan las 20 monedas de entre los siglos XIII y XV que sorprenden por venir de lugares diversos y no conocerse muy bien cómo llegaron hasta ahí.
A lo largo de los siglos el papel de la isla de San Nicolás ha destacado en vertientes tan diversas como la militar, la religiosa o la civil. Este lugar estratégico albergó fortificaciones militares que sirvieron de centro de defensa durante múltiples conflictos, pudiendo conocerse hoy de primera mano restos de sus fortalezas y una colección de cañones que datan del siglo XVIII.
Isla de San Nicolás, Leikeitio, Vizcaya
@lekeitioturismo.eus

En lo que respecta al plano religioso, la también llamada isla de Garraitz albergó una ermita consagrada a Nicolás de Bari y un monasterio de Franciscanos que no llegó a los 40 años en pie. Pero, sin duda, el evento histórico más señalado en esta isla tiene que ver con su misión civil, y es que San Nicolás fue el lugar donde exiliaban a los enfermos para mantenerlos alejados del resto de la población en épocas como, por ejemplo, la de la epidemia de la peste negra o la cólera.
Sin embargo, aunque el peso histórico que tiene es mucho, lo que verdaderamente destaca de esta isla de la costa de Lekeitio es cómo la naturaleza interactúa con ella. No solo por el despliegue de especies autóctonas y muy bien conservadas que dibujan su paisaje, sino que sobresale especialmente la relación que tiene con el mar, que es quien marca si los turistas pueden adentrarse en ella o no.
Isla de San Nicolás, Leikeitio, Vizcaya
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Cómo entrar en la isla de San Nicolás, en Leikeitio
Para acceder a la isla de San Nicolás hay que esperar a que baje la marea, ya que si la marea está alta la isla queda completamente inaccesible. Por eso, es fundamental que antes de visitarla estudies con atención el calendario de mareas, ya que se puede dar el caso de que, aunque accesas a la isla a pie, tengas que volver a nado.
La forma más segura de acceder a la isla – una vez tengamos controlados los horarios – es a través del malecón cubierto de musgo que hace las veces de pasarela y que conecta el pueblo con la isla. Si el mar lo permite, también es posible llegar a ella caminando sobre la arena por una ruta que arranca desde la playa de Karraspio cuando esté en marea baja.
Una vez llegues a la isla de San Nicolás vas a encontrar un sendero marcado del que recomiendan no salirse por respeto a la conservación del entorno. Allí serás testigo de las ruinas que han ido dejando el paso de los años, de la vida humana que una vez hubo en esta isla y de toda la vida vegetal que dibuja este punto en el horizonte de Vizcaya. Además, disfrutarás de unas vistas privilegiadas desde su mirador que ha sido testigo de historias, leyendas y obras de arte de la naturaleza, tanto las que conocemos como las que aún hoy la isla sigue conservando en secreto.