Ya sabemos que el Maestrazgo turolense es pura excelencia. Da igual por donde vayas. Cantavieja, La Iglesuela del Cid, Miravete, Tronchón o Cuevas de Cañart, donde pasó los veranos, por ponerle algo de música, Guitarricadelafuente. Aquí, «la vida es tan bonita que parece de verdad». Pues en esas estamos, solo que nosotros hemos elegido Mirambel, siguiendo los pasos del cineasta británico Ken Loach, que rodó aquí gran parte de Tierra y libertad (1995), con Icíar Bollaín en el reparto. De hecho, hay una calle que lleva su nombre, que él mismo inauguró cuando se cumplió el 25º aniversario de la película, y una ruta que recorre los escenarios. Un pueblo de cine como Osuna, en Sevilla.
La elección no fue casual, obviamente. Y es que Mirambel tiene uno de los cascos antiguos más bonitos de Aragón, lo que le hizo merecedor en 1981 del Premio Europa Nostra, el galardón mundial más prestigioso concedido a proyectos que destacan en la defensa del patrimonio cultural europeo. El primero, por cierto, que se concedía a una localidad española, el mismo año que lo recibió la restauración del palacio Bollani de Venecia o la revitalización del centro histórico de Chesterfield. Como curiosidad, decir que fue la reina Sofía la encargada de entregárselo a las autoridades en 1983. Y, ya de paso, se le concedió el título de hija adoptiva.
Además, este pueblo maestracense está incluido, cómo no, en la lista de los pueblos más bonitos de España. Solo hay que abrir los ojos para verlo y experimentar esa sensación que también se tiene, por ejemplo, en Cáceres. Cómo ha podido mantenerse así a través de los siglos. Porque no se construyó ayer ni antes de ayer. Al contrario, se trata de un conjunto medieval que perteneció a la Orden Militar de San Juan y, pese a su antigüedad, conserva intactas sus murallas, en parte ocultas por las casas adosadas. Y solo lo disfrutan a diario 107 personas, las que conforman, según datos de 2024, su censo de habitantes.
Así las cosas, intramuros, una perla arquitectónica sucede a otra, sin que el portal de las Monjas, puerta de acceso a la ciudad junto al convento de las Agustinas, tenga rival. Está abierto por un arco de medio punto hacia el exterior y apuntado en el interior, con un torreón de planta cilíndrica y una galería de tres pisos cerrada con unas preciosas celosías de barro y yeso, que se han convertido en la imagen más conocida y singular de Mirambel.
El portal de las Monjas es todo un símbolo de Mirambel.
TURISMO DEL MAESTRAZGO

Y ello a pesar de lo reñido que está el asunto con el propio convento (XVI) presumiendo también él de balcones de celosía de madera y con la iglesia de Santa Catalina anexa; la iglesia de Santa Margarita, quemada durante la primera guerra carlista (1837) y reconstruida después al estilo barroco; o la Casa Consistorial, renacentista, con una lonja en la planta baja a la que se accede por grandes arcos de medio punto, una planta superior con ventanas con dintel y un alero de madera decorado, en esquina, con dos fachadas y frente a la iglesia.
Qué ver y hacer en Mirambel
Para no perderse entre tanto monumento, queda muy a mano el Centro de Interpretación del Patrimonio Arquitectónico del Maestrazgo para no perderse entre tanto monumento. Ni aquí ni en los pueblos de los alrededores, a algunos de los cuales se puede ir incluso dando un paseo, caso de La Cuba o Tronchón. Es, sin duda, una comarca privilegiada, se mire como se mire. De ahí la existencia del Parque Cultural del Maestrazgo, del que Mirambel, por supuesto, forma parte, al combinar su característica geología y yacimientos arqueológicos con ejemplos preclaros del gótico levantino, el Renacimiento y el Barroco.
Ya Pío Baroja habló de sus historias y leyendas en La venta de Mirambel (1931) y Antón García Abril compuso la obra para piano Preludios de Mirambel. Ambas dan pie a perderse, literaria y musicalmente, en este recinto amurallado que aún tiene en pie sus portales, los cuatro torreones y, en parte, el castillo-palacio, que fue primero templario y luego sanjuanista para terminar convirtiéndose en vivienda. De él puede verse el arco gótico y restos de muros de mampostería, e incluso el horno. Atesora también el mejor conjunto de casas solariegas: las de los Castellot, los Aliaga, los Barceló o los Julianes, siguiendo las pautas de los palacios renacentistas aragoneses.
La Casa de los Julianes embelleciendo las calles de Mirambel.
TURISMO DEL MAESTRAZGO

Además, no fue Ken Loach el único en fijarse en este pueblo para ambientar la historia del joven David Carr, que deja Liverpool para combatir en la guerra civil española del lado republicano. Lo había hecho antes Vicente Amadeo, director de la serie Clase media, de ocho episodios, que venía a ser un reflejo de la España rural de principios del siglo XX y fue todo un éxito en 1987, con actores como Charo López, Antonio Resines, Agustín González o Amparo Larrañaga. Además, en la ermita de la masía Torre de Santana se rodaron escenas de En brazos de una mujer madura (1997), dirigida por Manuel Lombardero e interpretada por Juan Diego Botto, Faye Dunaway o Carme Elías, y también ambientada en los años de la guerra.
En definitiva, el casco antiguo de Mirambel es una muestra extraordinaria de la arquitectura urbana medieval, con la peculiaridad de que todo sucede intramuros y no dispone de arrabales. Reúne más de una treintena de edificios de marcado interés patrimonial, entre palacios, torreones, portales de muralla, casas, iglesias y conventos. Por eso, la estampa es magnífica. El núcleo original lo constituye el castillo, la iglesia y los alrededores de las calles Remolinos y el portal de San Roque. Después se añadió el recinto amurallado con los cinco portales y un espacio interior articulado en torno a la calle Mayor, cerrándose prácticamente en un círculo. Un escenario, a todas luces, de película.