
sábado 16 de agosto de 2025
En Beyond the Gates of Hell (2022), Dustin Ferguson recurre a una fórmula clásica del terror: una pareja recién casada compra una vieja mansión para transformarla en hospedaje, sin reparar en que el lugar arrastra un historial de crímenes. El sótano se convierte en pasaje a lo oculto y lo siniestro, disparando un relato que se inscribe en la tradición del cine de horror de bajo presupuesto.
La película condensa en menos de una hora un universo reconocible: casas embrujadas, apariciones fugaces de zombis, sacerdotes temerosos y presencias demoníacas. El interés no está en la innovación argumental, sino en la recreación de un clima que remite al cine clase B de los años setenta y ochenta. La textura granulada de la imagen y el ritmo acelerado construyen una experiencia grindhouse pensada para un público que busca precisamente esa precariedad como sello estético.
El guion es esquemático y el montaje evita cualquier exceso. No hay espacio para desarrollos complejos, pero sí para la insistencia en una puesta que transforma a la propia mansión en personaje central. La tensión se sostiene menos por lo que muestra que por la evocación de un estilo cinematográfico que funciona como homenaje.
Beyond the Gates of Hell está dirigida a un público que encuentran valor en el cine de explotación, donde la falta de recursos se convierte en marca de autenticidad. Más que una película de zombis, es una obra que reivindica la tradición artesanal del terror y su capacidad de persistir en la periferia del mainstream.