Fueron 90 efímeros segundos. Un suspiro. Un abrir y cerrar de ojos. Son 20 años, dos décadas, una historia ligada a la celeste y blanca como ningún otro futbolista logró, ni siquiera Diego Maradona, esa imagen icónica y pesada que lo persiguió durante años en la comparación. Hasta que finalmente superó el trauma y logró ponerse a la par. Lionel Messi es para toda una generación de argentinos lo que fue el Diego. Las dos grandes estrellas de nuestra historia futbolística.

Este domingo 17 de agosto, Día de la Niñez, se cumplen 20 años del debut de aquel niño, Lionel Andrés Messi, en la Selección Mayor, ante Hungría, en Budapest, y que apenas disfrutó 90 segundos desde su ingreso en el segundo tiempo, ese breve espacio en que tardó el árbitro en mostrarle la tarjeta roja. La primera de las tres de su carrera. Aquellas fueron las primeras lágrimas en el seleccionado. Hubo muchas más después. Hasta la sonrisa final de una historia que aún no terminó.

En un programa de televisión del club Barcelona, un joven periodista le preguntó sobre Maradona. Messi, quien aún no había debutado en el club catalán, dijo, además de elogiar a Diego, que le gustaría jugar algún día en la Selección Argentina. En el Mundial Sub 17 que se jugó en Finlandia en 2003, los entrenadores españoles le aseguraron a Hugo Tocalli, el técnico argentino, que “si sumaban a Messi a ese equipo, seguro eran campeones”. Y un día, Tocalli recibió un video del chico rosarino. Maravillado, le avisó a José Pekerman. Y este a Julio Grondona. El engranaje empezó a funcionar.

Un día después de cumplir 17 años, el 25 de junio de 2004, Messi pisó por primera vez el predio de Ezeiza que ahora lleva su nombre. El 29 de junio, ante Paraguay, disputó sus primeros minutos con la Sub 20 en la cancha de Argentinos Juniors. Así, el fútbol argentino blindó a su promesa. Luego, en 2005, jugó el Sudamericano Sub 20 en Colombia y el Mundial en Países Bajos, donde fue campeón, goleador y figura. En agosto de ese mismo año le llegó la primera citación. Fue para el amistoso con Hungría en Budapest.

El encuentro transcurría por carriles normales. A los 18 minutos, Maxi Rodríguez marcó el 1-0 y a los 28 igualó para los locales Torghelle. En la parte final, hubo dos minutos de puro vértigo. A los 17, Gabriel Heinze estableció el 2-1. Enseguida, Pekerman decidió el ingreso de Messi por Lisandro López.

La Pulga recibió de Lucas Bernardi la única pelota que tocó. Pasando apenas la mitad de la cancha intentó llevarla como un rayo hasta el arco de Gabor Kilary, el arquero húngaro. No pudo ser. Vilmos Vanczak lo corrió de atrás, le arañó la camiseta con su mano izquierda y Lionel reaccionó con un manotazo que conectó más en el hombro que en el rostro del defensor. Igual, el árbitro Markus Merk fue implacable: cobró la falta a los 43 segundos del ingreso de Lionel y 47 segundos después (fueron 90 los segundos en que el zurdo estuvo en el campo) le sacó la roja directa.

De esa manera, Messi se transformó en el jugador que más rápido había sido expulsado en la historia de la Selección. Hasta entonces, sólo seis futbolistas habían visto la roja en su estreno con la camiseta albiceleste y el récord lo compartían Francisco Russo (en 1973) y Cristian Kily González (en 1995), quienes habían estado tres minutos en el campo antes de ser echados.

“No le hice nada, no le pegué. Encaré, lo pasé, me agarró de la camiseta y saqué el brazo para seguir la jugada”, explicó Messi aquel día. “Su expulsión fue exagerada e injusta. Esto le pasó por querer jugar, por encarar. Yo lo felicité por esa intención”, lo justificó Pekerman. “(Merk) Se extralimitó. Le faltó pulso. Tenía que entender que estaba echando a un chico de 18 años que recién entraba y que estaba debutando en una selección. Debió ser más comprensivo”, evaluó Hernán Crespo. “Con esa decisión apresurada, arruinó el partido y destruyó la ilusión de un chico”, se quejó Juan Pablo Sorin.

Dos décadas después, la historia de Messi en la Selección resultó un cuento de hadas. Es el máximo goleador histórico, con 113 goles, 59 más que Gabriel Batistuta, que quedó relegado a un lejano segundo puesto. El que más jugó, con 193 encuentros, 46 más que Javier Mascherano. Es el único en marcar 10 hat-tricks (incluyendo los 5 goles a Estonia), superando ampliamente los tres de Domingo Tarasconi en los años 20, Herminio Masantonio en los 40 y Gabriel Batistuta en los 90. Disputó cinco mundiales, hubo cuatro frustraciones y ganó la Copa del Mundo en Qatar 2022. El año que viene jugará la sexta Copa del Mundo, todo un récord.

También disputó siete ediciones de la Copa América, perdió tres finales pero luego dio vueltas olímpicas, en Brasil 2021 y en Estados Unidos 2024. Además, ganó la Finalissima en 2022 ante Italia. ¿Hay más? Claro que hay y habrá más, porque la historia aún no terminó.