Entre los pueblos con un pasado más rico, Lucainena de las Torres, ubicado a los pies de la Sierra Alhamilla, en Almería, encuentra un lugar privilegiado. Su seña de identidad no solo radica en sus calles blancas repletas de flores, tan típicas de la geografía andaluza, también lo es su pasado musulmán y su herencia minera, una combinación de culturas y estilos de vida que hacen de él un lugar tremendamente especial.
Este pueblo almeriense se ubica en la parte suroriental de la comarca de Los Filabares-Taberna y su número de habitantes no llega a los 750. Desde 2013 forma parte de la lista de los Pueblos Más Bonitos de España, un título más que merecido si tenemos en cuenta la belleza tan peculiar de sus calles y el ambiente pintoresco que el paso de los siglos ha ido creando en él.
La mejor prueba de las peculiaridades que hacen tan especial este pueblo de Almería la encontramos en su propio nombre. Aunque se llama Lucainena de las Torres, actualmente no hay una sola torre en la localidad que justifique este nombre. Para entenderlo, es necesario remontarse a la época medieval, cuando Lucainena estaba en manos de los árabes.
En este momento, el pueblo se encontraba rodeado por una muralla con siete torreones que hacían de barrera defensiva de la zona. Dada su ubicación, Lucainena era un sitio estratégico para las batallas, pero también un enclave fácil de atacar. Por ello, los musulmanes que allí habitaban decidieron levantar este muro con sus torres para vigilar y cuidar el interior de la zona. Actualmente, solo queda de ellas esta historia y un nombre que se ha encargado de mantener la herencia viva a lo largo de los siglos.
Lucainena de las Torres, Almería.
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Pero este no es el único resquicio musulmán que queda en este pueblo almeriense. De hecho, todo en él invita a trasladarse a la época andalusí que tan presente está en elementos como el trazado de sus calles o la importancia del agua. Y es que Lucainena de las Torres no es más que un entramado de calles estrechas con trazado irregular, con el color blanco como protagonista y multitud de acequias, fuentes o lavaderos, elementos comunes en todas las regiones de Andalucía que cuentan con un pasado similar.
Por desgracia, más allá de los cimientos del pueblo y la curiosa hsitoria de su nombre, poco queda en pie de los edificios construidos en el pueblo durante esta época. Su presencia tangible se limita a algunos restos arqueológicos localizados en viviendas de su centro histórico y los paisajes agrícolas de sus terrazas, que mantienen la tradición heredada de aquella cultura.
Lucainena de las Torres, un pueblo con una fuerte tradición minera
Pero el pasado andalusí no es el único que ha marcado la historia de este pueblo de Almería. Lucainena de las Torres también es famoso por el contraste que crea la herencia musulmana con la historia industrial, centrada en el trabajo del hierro, que se desarrolló aquí a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Fue un importante centro de extracción y tratamiento del metal, clave en el desarrollo de la región no solo en el plano económico, también en lo que a educación, sanidad y servicios se refiere.
Hornos industriales de Lucainena de las Torres, Almería
Ayuntamiento de Lucainena

La prueba más visible de ellos son los hornos de calcinación monumentales que completan su paisaje. Se trata de construcciones de unos 20 metros de altura con capacidad para albergar unas 500 toneladas de metal. Estos hornos se construyeron alrededor del año 1900 y servían para eliminar las impurezas del hierro que extraían de las canteras y minas de cielo abierto que se encontraban en las inmediaciones de la localidad. Actualmente, alguno de ellos se encuentra restaurado y se exhiben como ejemplo de la arqueología industrial andaluza.
Junto con los hornos, otro de los grandes testimonios del esplendor de esta etapa en Lucainena de las Torres es la Vía Verde Lucainena–Agua Amarga, actualmente ideal para rutas de senderismo, que en su momento fue el camino por el que se transportaban los metales hasta su destino final. Tras el tratamiento del hierro, éste se llevaba hasta la costa en ferrocarril, cuyas vías estuvieron activas hasta mediados del siglo XX . Hoy, buena parte de su trazado se integra en este popular sendero que se puede recorrer en bici o a pie.