Ana Calvo


Ana Calvo


Más allá de Love Actualy, el Grinch de Jim Carrey o Pesadilla antes de Navidad, si hay una película navideña de culto para los Millennials esa es Solo en casa. Las aventuras de Kevin McCallister son historia de nuestra generación y la mansión familiar en Winnetka donde ocurren mil y una peripecias, un personaje protagonista más en la película.

A menos de media hora de Chicago y a orillas del Lago Michigan, el domicilio de los McCallister en Solo en casa no era solo un decorado: es una vivienda real de estilo georgiano construida en 1921 con una reconocible fachada de ladrillo visto situada en el 671 de la avenida Lincoln. Y su decoración, un icono pop en el imaginario colectivo de los niños (y no tan niños) de los 90.

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En la mente de todos los de mi generación están esas escaleras por las que Kevin McCallister se tira en trineo al descubrir que está solo en casa por Navidad y por la que vuelan botes de pintura. Esos papeles pintados, esos estampados florales, esas combinaciones cromáticas en rojo y verde, esas alfombras excesivas, esos muebles clásicos, esa cocina abierta y caótica con encimera de azulejo azul. Ese maximalismo de película que, sin embargo, era tan familiar porque podría ser cualquiera de nuestras casas.

Sin embargo, aunque la película (y su secuela en el Plaza de Nueva York) han envejecido de maravilla, esta decoración no ha sobrevivido al pasar de los años y las tendencias en interiorismo. Después de salir a la venta en 2024 por algo más de cinco millones de dólares (y después, también, de haber estado disponible para alquiler vacacional), lo único que se conserva de la casa de los McCallister es su reconocible fachada.

La nueva decoración minimalista de la mansión de Solo en Casa

Gracias a la magia de Instagram y a los portales inmobiliarios que llevaron a cabo la operación de compra-venta hemos podido ver cómo lo que era un cálido hogar familiar de los 90 hoy es una casa de lujo de más de 800 metros cuadrados, con cinco dormitorios (el principal, de más de 30m2), seis baños completos y una decoración que se ha rendido por completo a las tendencias actuales.

Aunque podemos comprobar cómo la casa conserva su estructura original, con su icónica escalera, su cocina con isla central, su amplio salón abierto presidido por una imponente chimenea o su comedor, con el proceso de rediseño de interiores que ha sufrido, ahora todo parece como sacado de un decorado de revista. Más casa de película que cuando en realidad lo fue.

El ático donde Kevin McCallister dormía cuando le castigaban ahora es un gran dormitorio en suite. Y el sótano donde habitaba la caldera se ha reconvertido en una sala de cine presidida, como no podía ser de otra forma, por un poster de la mítica película de 1990. También dispone de una cancha de baloncesto indoor.

Es cierto que al conjunto renovado no se le puede poner ni un pero estético. Cumple con las tendencias imperantes. Los espacios se ven más amplios, limpios y luminosos. El resultado es elegante y moderno, pero sin perder ese aire clásico y lujoso que se espera de una mansión como esta en un barrio acomodado a las afueras de una gran ciudad. Pero le falta historia, uno de los errores deco más comunes.

Y no es nostalgia millenial. O sí, pero entre tanto minimalismo, tanto tono neutro y tanta depuración cuidada en blanco y gris (con el ya famoso Cloud Dancer, color Pantone del Año 2026 pintando todo), no encontramos ni rastro de esa calidez caótica que recordamos de nuestra infancia y que algún día nos hizo soñar con vivir las aventuras de Kevin McCallister estando solos en casa una Navidad.

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