Desde el mismo momento que terminó el partido en el Maracaná, Gustavo Costas se propuso revertir el resultado en Avellaneda. Porque más allá de su discurso que tuvo en cuenta la superioridad futbolística y el poderío económico de Flamengo, hubo una frase que hizo ruido en la conferencia de prensa y tiene un valor simbólico. Como Reinaldo Carlos Merlo en 2001, el técnico de Racing se la jugó. “Vamos a llegar a Lima”, disparó.

Sí, no importó el gol en contra de Marcos Rojo que le dio una ventaja inestimable al conjunto carioca. Tampoco, la baja de su capitán y figura, Santiago Sosa, quien no podrá disputar lo que resta de 2025 por una fractura maxilo facial. Costas sacudió las fibras como Mostaza hizo el 9 de diciembre de hace 24 años, cuando después de un empate sin goles ante Banfield en la cancha de Huracán archivó el “paso a paso”. “Ahora me enojé, vamos a salir campeones”, manifestó el hombre de la melena dorada. Lo que siguió fue una victoria ante Lanús (2 a 0) en el Cilindro y la postergada vuelta olímpica en Liniers.

Motivador por excelencia, alumno de Alfio Basile que solía aplicar el inflador anímico, Costas busca tener al plantel con la cabeza en la final de la Libertadores que se disputará el 29 de noviembre en Perú, un torneo que Racing solo ganó en 1967. Después de 28 años, logró la hazaña de llegar a las semis y siente que nunca estuvo tan cerca de cumplir el objetivo del que tiene vagos recuerdos, cuando era la mascota del equipo de José.

Por eso la mañana posterior a la caída, el plantel trabajó en las playas de Copacabana. “Lo empezamos a dar vuelta hoy mismo”, consignó el club en las redes sociales. Y en ese sentido, por más que la derrota todavía duele, Costas trabaja pensando en el miércoles. Evalúa qué modificaciones hará para afrontar la revancha ante Flamengo, claro. Pero también, en la cuestión motivacional. Por eso este lunes, después del entrenamiento, concentrará al equipo 48 horas antes. Será en el hotel Sheraton de Pilar, casi una cábala como hizo en la Sudamericana y la Recopa y antes de Peñarol y Vélez, rivales en los cuartos y los octavos de final.

Con el corazón y el alma, tratando de dar el cien por cien. Sabemos que son más que nosotros, pero faltan 90 o 95 minutos. Con eso vamos a competir, y con toda nuestra gente”, es el mensaje que bajó Costas en la sala de prensa de Río de Janeiro y el que utiliza puertas adentro.

El entrenador tiene que resolver algunas cuestiones tácticas. Sabe que el plantel llega entre algodones, al límite. Sosa será operado. Y aunque en algún momento se evaluó utilizar una máscara, pone en riesgo su órbita ocular. Por lo tanto, está descartado. Juan Nardoni, que recién volvió a jugar ante Flamengo tras un mes afuera por un desgarro en el bíceps femoral derecho, será de la partida. ¿Y el único cambio?

No está claro. Facundo Mura llegaba con un traumatismo, por eso jugó Gastón Martirena y recién entró en el complemento en lugar de Gabriel Rojas, otro que llegó a esta semi con molestias musculares, recuperado en tiempo récord de una lesión en el bíceps femoral derecho.

En su casa, Racing suele ser más profundo y agresivo. Tomás Conechny jugó por la izquierda con la misión de tapar la subida de Guillermo Varela. ¿Tendrá una oportunidad Luciano Vietto, como conector, en lugar del extremo? ¿Continuará la línea de tres en el fondo, que rescató para este choque en Brasil, o volverá a jugar con cuatro con los laterales bien lanzados?

Hasta ahora, son incógnitas que el entrenador comenzará a develar más cerca de la hora del partido más importante del año para Racing.