domingo 19 de octubre de 2025

El Centro Cultural Recoleta fue una de las sedes del MUBI Fest Buenos Aires, evento que entre el 16 y el 19 de octubre reunió proyecciones, experiencias inmersivas y música en vivo. En ese marco se presentó Presentes Pasados, instalación de Valentina Herrera Gentile con composición sonora de Uriel Durán, que propuso un recorrido sensorial por los pliegues del tiempo, la memoria y la ausencia.

Inspirada en el universo de David Lynch y en la atmósfera inquietante de Twin Peaks, la obra evocó las huellas que deja el pasado en el presente y cómo esos rastros configuran una narrativa fragmentada. A 35 años del estreno de la serie, Herrera Gentile reconstruyó un paisaje emocional donde los recuerdos se disolvían en un entorno digital.

La instalación retomó el concepto de hauntología, desarrollado por Jacques Derrida, como eje conceptual. En ese marco, la artista mexicana exploró la persistencia del pasado como espectro que irrumpe en el presente. La obra no buscó representar un relato lineal, sino un tiempo suspendido, donde lo que fue siguió manifestándose a través de imágenes y sonidos que resonaban.

El espacio expositivo se estructuró alrededor de un cubo de pantallas LED, dispositivo que permitió al espectador desplazarse entre imágenes que remitían a los bosques, habitaciones y pasillos de Twin Peaks. Esos escenarios, al ser reconstruidos digitalmente, adquirieron una textura nueva, a medio camino entre lo real y lo onírico.

La composición sonora de Uriel Durán, inspirada en los ecos del soundtrack original de Angelo Badalamenti, acentuó la atmósfera de extrañamiento. Las variaciones rítmicas, los silencios y los ruidos ambientales crearon un entorno inmersivo que alteró la percepción del tiempo y del espacio.

En ese diálogo entre imagen y sonido, la propuesta trascendió la nostalgia para convertirse en una exploración de la memoria como materia sensible. El visitante no contempló una historia, sino que atravesó una experiencia: un tránsito entre el recuerdo y su desintegración.

La instalación no se limitó a rendir homenaje a Twin Peaks, sino que reinterpretó su imaginario desde una sensibilidad contemporánea. Si Lynch construyó mundos donde el misterio era la forma de lo cotidiano, Herrera Gentile los reconfiguró como espacios de memoria colectiva, donde cada espectador proyectó sus propias ausencias.

En esa traducción estética, Presentes Pasados operó como una arqueología emocional del siglo XXI, donde lo analógico y lo digital se confundieron para revelar lo que persiste: la imposibilidad de escapar del pasado.