Los aficionados taurinos siguen tratando de asimilar la inesperada noticia de la retirada de Morante de la Puebla, una de las más destacadas figuras de los ruedos en las tres últimas décadas. El pasado domingo, tras cortar dos orejas en Las Ventas en la corrida del Día de la Hispanidad, se cortaba la coleta, el gesto simbólico que ponía fin a una carrera llena de éxitos pero también marcada por sus sucesivos y graves problemas de salud mental. Unos problemas que finalmente le han obligado a colgar el traje de luces.
«He pensado en la muerte como alivio. Es una enfermedad compleja, triste y dolorosa», llegaba a reconocer el diestro sevillano en una dura y muy sincera entrevista con el diario ABC, en la que confesaba sin tapujos que desde hace más de veinte años sufre un trastorno disociativo que desconecta su cuerpo de las emociones. Tras pasar también por un complejo cuadro depresivo, el torero se sometió incluso a una agresiva terapia de electroshocks para poder volver a torear.
Aunque Pedro Jorge Marqués, apoderado de Morante, dejó una puerta abierta a la esperanza para los que se han quedado huérfanos de su arte, asegurando que «no se sabe si es definitivo o es un hasta luego», lo cierto es que es sus trastornos le han obligado a parar en varias ocasiones ya. En 2004 se retiró a Miami a tratarse lo que se definió como «una depresión» y de nuevo en 2007 tras «haber perdido la ilusión». Tras volver a las plazas, en 2017 anunciaba por tercera vez la retirada durante un tiempo indefinido, alegando desencanto y la crítica hacia un sistema que no estaba a favor del toreo.
El adiós de Morante: qué es el trastorno disociativo
En sus momentos más bajos de salud mental, Morante de la Puebla llegó a decir que «no podía seguir así. No tenía fuerzas ni para vestirme de torero y me pasaba los días llorando». Para saber más sobre el trastorno disociado hablamos con la psicóloga Ainhoa Duque del gabinete Con-ciencia, que conoce personalmente al torero y describe la causa de su retirada como «una condición mental muy compleja, donde la persona experimenta una desconexión entre sus pensamientos, recuerdos, identidad o percepción del entorno. Esto puede manifestarse en formas como la amnesia disociativa, la despersonalización o la desrealización, todas ellas sensaciones profundamente angustiosas y muy difíciles de manejar».
Sobre si este trastorno es especialmente grave en una persona con una profesión tan peligrosa como la de Morante, la experta afirma que «ser torero, ya en sí, exige unas condiciones físicas y psicológicas extraordinarias. Un trastorno disociativo, entre otros, podría afectar la capacidad de concentración y de reacción, aspectos obviamente esenciales para ponerse delante de un toro».
El torero Morante de la Puebla se toma un descanso en la plaza.
ARCHIVO ABC

Sobre la terapia de electroshocks a la que se ha sometido, Ainhoa Duque reconoce que este no es el tratamiento más habitual en estos casos. «Lo primero suele ser un tratamiento psicofarmacológico, y psicoterapia, con técnicas específicas de manejo de síntomas y acompañamiento emocional», nos explica. Pero luego añade que «de no resultar suficiente, un siguiente paso es recurrir al abordaje con terapia electroconvulsiva, efectivamente».
La importancia de cuidar la salud mental
¿Cómo surge este trastorno y qué se puede hacer para evitarlo? No parece haber una respuesta fácil a esa cuestión, según la psicóloga. «En nuestro campo, dirimir el origen de la enfermedad es complicado, puesto que pueden unirse factores biológicos, del propio sistema nervioso, así como aquellos derivados de posibles experiencias traumáticas o de estrés extremo, algo frecuente en este tipo de dolencia», asegura Ainhoa Duque que añade «lo esencial es acudir cuanto antes a un profesional».
En este sentido, el propio Morante de la Puebla destacaba en su entrevista con el ABC la importancia de cuidar la salud mental. Para él, «la visita al psiquiatra se debe normalizar, como el que va a un fisio o a un médico general. Le cuentas tu problema, cómo es el día, la noche y te manda un tratamiento«.
Unas palabras que celebra la psicóloga. «Yo le agradezco personalmente a José Antonio que haya compartido con tanta honestidad su gran sufrimiento, es muy valiente mostrar la vulnerabilidad, y por supuesto, una forma de dar visibilidad a los problemas de salud mental de los que afortunadamente ahora se habla más», afirma Ainhoa Duque. «Y por supuesto, normalizar y fomentar cuando sea necesario ponerse en un adecuado tratamiento. Somos un cuerpo, una mente, y un alma, y todo ello necesita atención».