Elena Romero Vargas

Cuando hablamos de Sevilla se nos viene a la cabeza las callejuelas con historias y los rincones encantadores que conforman el centro de la ciudad. Sin embargo, fuera de los escenarios más populares, la provincia andaluza esconde rincones que poco tienen que envidiarle a la herencia artística y cultural de la ciudad de la Torre del Oro y la Giralda.

Esta vez, tenemos que movernos a unos 80 kilómetros del centro, concretamente, a la Sierra Norte de Sevilla, donde se ubican uno de esos municipios de belleza tradicional andaluza cuya riqueza histórica y cultural no pasa desapercibida para ningún visitante. Hablamos de Cazalla de la Sierra, un pueblo ubicado en pleno parque natural de la Sierra Norte de Sevilla y que limita con Extremadura.

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La historia de Cazalla de la Sierra se remonta al Neolítico, época de la que datan restos arqueológicos como dólmenes o hachas hallados en la región. Durante la época de los romanos Cazalla de la Sierra se ubicó como uno de los lugares de paso más relevantes gracias a su cercanía con la Vía de la Plata y con municipios como Carmona. De hecho, restos arqueológicos como las estatuas halladas en las proximidades de la Ribera del Huéznar parecen indicar que el mismo emperador Caracalla estuvo allí.

Cazalla de la Sierra también fue un lugar muy relevante con la llegada de los musulmantes, cuando recibió el nombre de Castella por su posición fortificada y estratégica. En el siglo XIII es conquistada por el rey Fernando III y pasa a formar parte del reino de Castilla. Sin embargo, su momento de esplendor histórico llega en 1730 con la llegada de Felipe V.


Cazalla de la Sierra, Sevilla


Servidor web Turismo Cazalla de la Sierra


El entonces rey padecía fuertes depresiones y el pensamiento recurrente de abdicar. Fue por eso que, por prescripción médica, se instaló durante ese verano en Cazalla de la Sierra. Pero no fue solo, en su viaje estival le acompañaron Fernando VI y Carlos V, por lo que durante unos meses este pueblo sevillano acogió a tres reyes españoles. Ese año, además, se celebraron las Cortes en Cazalla de la Sierra, lo que hizo que, durante ese verano, esta localidad fuese la capital del Reino de España.

Este evento tan importante en la historia de nuestro país no es lo único reseñable de Cazalla de la Sierra. Más allá de todos los personajes ilustres que pasaron por allí, el pueblo serrano es también conocido por sus vinos y licores, fama que arrastra desde la Edad Media y que, incluso, queda reflejada en las obras de Miguel de Cervantes.

Natural de Cazalla de la Sierra son dos marcas de licores de fama internacional: Miura y El Clavel. Tanto el licor de guindas como, especialmente, el aguardiente se han convertido en señas de identidad de la región, que aún hoy mantiene viva la tradición y la eleboración artesanal de estos licores tal y como se hacía ya en el siglo XV cuando estas bebidas empezaron a convertirse en objeto de deseo de locales y extranjeros.

Qué tienes que ver si visitar Cazalla de la Sierra

Una historia tan rica como la de Cazalla de la Sierra no puede no haber dejado importantes edificios históricos que atestiguan la importancia que a lo largo de los siglos ha tenido esta localidad. Aunque existen manifestaciones patrimoniales de toda índole, en Cazalla destacan los edificios religiosos, de una belleza y valor artístico dignos de tener en consideración.


Iiglesia parroquial Nuestra Señora de la Consolación, Cazalla de la Sierra


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Uno de los edificios más importantes es la iglesia parroquial Nuestra Señora de la Consolación, ubicada en la Plaza Mayor del pueblo a la que se llega paseando por sus calles de casa blancas tan típicas de la zona. Esta iglesia comenzó a construirse en el siglo XIV en estilo mudéjar, aunque ha lo largo de los siglos ha ido sufriendo modificaciones que permiten reconocer en ella elementos de otros estilos artísticos como el renacentista. Cabe destacar su imponente torre fachada, uno de los emblemas de la localidad.

Otra de las construcciones significativas de Cazalla de la Sierra es la Cartuja de Cazalla, un complejo que no solo destaca por la edificación en sí, sino por el precioso entorno natural en el que se ubica. Nació en el siglo XV como monasterio cartujo en el que los monjes desarrollaban su vida espiritual y trabajaban en la elaboración de licores y vinos. Con el paso de los años, y tras los estragos de la Desmortización de Mendizábal, este complejo ha ido evolucionando hasta convertirse en uno de los atractivos turísticos más visitados y en centro de actividades de índole cultural.

Muchos de los edificios religiosos de Cazalla de la Sierra han sido desacralizados y hoy albergan funciones civiles, aunque conservan su esencia tradicional y la belleza de lo que antaño fue. Por ejemplo, la iglesia de San Benito es ahora un hotel, el convento de San Francisco, lugar donde se ubica la Plaza de Abastos y el convento de San Agustín, la sede del Ayuntamiento.

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