Ángeles Castillo

Navarra entera es muy de reyes. Fue un reino y sigue siendo notablemente majestuosa en lo patrimonial. A esta grandiosidad evidente se suma ahora que Leonor de Borbón va a hacer uso, por primera vez, de su título de princesa de Viana, acudiendo junto a sus padres, los reyes Felipe y Letizia, a esta villa «Muy Noble, Muy Ilustre y Leal», como se llama históricamente a la que fue cabeza del principado, todo en mayúscula.

Como siempre, no hace falta perderse en los vericuetos de la historia ni en las complicadas genealogías monárquicas para disfrutar de esta encantadora ciudad de la merindad de Estella. Además, en pleno Camino de Santiago, geografía que también la hace distinguida, pues ruta jacobea suele ser igual a arte. En este punto es donde los peregrinos se despiden de Navarra para adentrarse en La Rioja. Viana está a solo 11 kilómetros de Logroño.

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Aunque quizá sí está bien, sobre todo de cara a ambientarse, saber que fue fundada en el lejano y medieval siglo XIII por Sancho VII el Fuerte como bastión defensivo ante la amenaza que entonces suponía el reino de Castilla. Y que este era hermano de Berenguela de Navarra, que se casó con Ricardo Corazón de León. Una lección de historia apasionante para una localización de cine.

Pero, realmente, basta con mirarla por dentro, por fuera y por todas partes para apreciar su elocuente belleza. Es verdad que hasta sus murallas pasaron a la historia y apenas hay vestigios, y lo mismo puede decirse del castillo. Pero no es difícil imaginársela como plaza fortificada. De lejos y de cerca, cuando se atraviesa el portal de San Felices, uno de los que se conservan, y se está frente a un conjunto espléndido de callejuelas para ir a parar a los restos de la iglesia de San Pedro (XII). Lo que queda de este templo -una nave lateral, parte de la cabecera y una portada barroca- recuerda al monasterio de San Juan de Duero, en la machadiana Soria, igualmente abierto al cielo y tan evocador como romántico (y románico).


El ayuntamiento de Viana, que visitarán Leonor y los Reyes.


TURISMO DE VIANA


Hasta aquí, precisamente, se acercarán la princesa de Viana, digámoslo así, y los Reyes este 26 de septiembre con un motivo muy concreto, más allá del puro deleite estético: la exposición que conmemora el sexto centenario de la creación de su título, el de Príncipe de Viana, nombrado en masculino, que Carlos III el Noble creó para su nieto y demás herederos del reino.

Viana ya nos habrá ganado para siempre cuando lleguemos a la iglesia de Santa María, construida entre los siglos XIII y XIV, que no es catedral pero podría serlo, gótica ella y con un magnífico (y muy dorado) retablo mayor. O nos colemos entre los soportales con pilastras y arcos de medio punto del ayuntamiento, que también está en la agenda de la familia real de este viernes.

Todo lo que te sorprenderá de Viana

Este edificio, de 1688 y escoltado por dos torres, exhibe, muy en consonancia, un monumental escudo de España rematado con una corona real impresionante. Estamos justo en la plaza de los Fueros, el corazón de esta localidad de 4.500 habitantes que ya ha rebasado los 800 años, conservándose, pese a las pérdidas, de maravilla.

Para ver palacios señoriales y casas blasonadas hay que tomar la calle Navarro Villoslada, una de las principales. Entre ellos se distingue el antiguo hospital de peregrinos, que dejó de serlo tras la epidemia de peste del siglo XVI. Su estilo gótico, hoy ennobleciendo la Casa de Cultura, habla a gritos de aquellos tiempos. Por cierto, no se ven, pero estas residencias de alta alcurnia esconden en su interior fabulosas bodegas hechas de sillares y bóvedas de cañón. Algún que otro restaurante de la zona sí que las saca a relucir aprovechándolas como comedor.


Las ruinas de la iglesia de San Pedro, también en la agenda de la familia real.


TURISMO DE VIANA


Todo es sorprendente, pero quizá se lleve la palma descubrir que en Viana encontró la muerte una de las figuras más reconocidas de la Italia renacentista, César Borgia (1475-1507), capitán general de los ejércitos papales, al servicio de su padre y sumo pontífice de la Iglesia católica, Alejandro VI. Este legendario noble y guerrero acabó detenido en la prisión del castillo de la Mota, en Medina del Campo, de donde se escapó hacia Navarra fingiendo ser un mercader. Para caer después en una emboscada en el cerco de Viana, en la zona conocida como la Barranca Salada. La propia historia fraguando la leyenda.

Quien inspiró El príncipe de Maquiavelo puede que nos haya hecho olvidar por un momento que Leonor es princesa de estas tierras, pero es que, además, junto a San Pedro están los jardines que llevan el nombre del más mediterráneo de los cantautores. Y es que Joan Manuel Serrat es hijo adoptivo de esta ciudad. ¿La razón? El del Poble Sec veraneaba aquí de niño. Es más, en este concreto lugar, que es donde mejor se adivina la muralla, Serrat aprendió «a amar la luz», según leemos en una placa conmemorativa.

Una reserva natural para ver garzas reales

Es lo que tiene aventurarse por estos mundos. Y aún queda por ver el Balcón de Toros (XVII), en la plaza del Coso, que nos remite a la de Peñafiel con sus casas de cuento, muy distintas entre sí, pero con el mismo uso; el convento de San Francisco (XVII), con singulares pinturas barrocas, actualmente residencia de ancianos; la ermita de la Virgen de las Cuevas, del XII pero reconstruida en el XVIII, y la ermita de San Martín, que conserva su traza románica (XII) en un bonito paraje entre riachuelos.

Los que quieran aventurarse extramuros y vivir la Viana menos urbanita pueden ir en busca del hipogeo de Longar, un monumento megalítico, de camino al municipio de Aras. Y acercarse a la Reserva Natural del Embalse de Las Cañas, uno de los humedades más importantes de Navarra, también declarado Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA). De hecho, el coche hay que dejarlo junto al observatorio El Bordón. Luego ya toca avistar avetoros, fochas, aguiluchos laguneros y, por supuesto, garzas reales e imperiales. Un plan que, a buen seguro, entusiasmaría a Leonor y familia.

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