Elena Romero Vargas

Una vez entrados en rutina y con las vacaciones de verano prácticamente en el olvido, no hay cosa que despeje más la mente y ayude a reponer mejor las fuerzas que una escapada de fin de semana. Y, aunque los destinos turísticos siempre son una buena idea, si lo que quieres es un fin de semana de relax y desconexión, una escapada rural a un destino cercano a la ciudad es la mejor idea.

Calles tranquilas, paisajes preciosos y grandes lecciones de historia es lo que encontramos, precisamente, en este pueblo de la Comunidad de Madrid. A menos de una hora y media de la ciudad, en plena Sierra de Guadarrama, está Rascafría, un lugar que es todo un sueño cumplido si esto es lo que estás buscando para tu próximo viaje.

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Si hay una época que marcó la historia de Rascafría, esa fue la Edad Media. En estos siglos no solo se ubica su fecha fundacional (aunque hay indicios de que hubo vida en el municipio ya de antes), también es el momento en el que se construyen los monumentos más emblemáticos del lugar que impregnan de personalidad el pueblo y que forman parte de esos atractivos turísticos por los que está más que justificada la visita a Rascafría.


Real Monasterio de Santa María de El Paular, Rascafría


Servidor web Ayuntamiento de la Villa de Rascafría-Oteruelo


Todo lo que tienes que ver en Rascafría

A poco menos de 2 kilómetros del casco antiguo de Rascafría se encuentra uno de los emblemas de la localidad y el motivo por el que muchos turistas se acercan a conocerla: el Real Monasterio de Santa María de El Paular. Los orígenes de este monasterio cartujo se remontan al siglo XIV, aunque entorno al mismo existen varias leyendas. La más popular cuenta que fue el rey Enrique II el que, carcomido por los remordimientos que tenía por haber prendido fuego a un convento de cartujos en Francia, le pide a su hijo Juan I que levante uno nuevo en sus dominios.

Aunque esta teoría no está confirmada del todo, lo que sí que es cierto es que el Monasterio de Santa María de El Paular es el primero de la orden de los cartujos en Castilla y todo un compendio del arte y la historia propios de la época y el lugar. En la actualidad, los monjes benedictinos que ahora viven allí siguen ofreciendo visitas guiadas en las que los turistas pueden conocer más de cerca desde su espectacular claustro en gótico mudéjas hasta el esplendor barroco de las obras de Vicente Carducho.

La Cartuja de Santa María del Paular también juega un rol fundamental en la literatura del Siglo de Oro español, más concretamente, en la primera publicación de El Quijote de Cervantes. Y es que en el Antiguo Molino de papel de la finca de los Batanes, una de las divisiones de tierra de la orden, fue donde se imprimieron los primeros pliegos de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, aún lejos de saber que sería el hito universal literario que es hoy.


Lago finlandés, Rascafría.


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Pero este monasterio no es la única joya que esconde Rascafría. En esta localidad se encuentra uno de los tesoros naturales más espléndidos de la Comunidad de Madrid: el bosque finlandés, que recibe este nombre por la presencia de abedules, abetos y chopos, un paisaje más afín a la estética del norte de Europa que del centro de España. Además, este bosque desprende una magia especial gracias a elementos como los propios árboles o el precioso lago que refuerza su estética y que varía según las condiciones climáticas de cada estación, sin dejar de ser un enclave verdaderamente bonito de ver.

Si eres amante del senderismo, el bosque finlandés de Rascafría se va a convertir en tu nuevo enclave favorito para ir de ruta con toda la familia. El punto de partida se ubica en el mismo monasterio y en apenas 400 metros estarás en el lago. Si continúas el cauce del río, llegarás al pueblo de Rascafría mientras disfrutas del paisaje precioso y del ambiente inspirador de este bosque. Eso sí, si vas ahora en otoño, prepara tu cámara de fotos para inmortalizar los colores propios de la temporada en sus árboles y un buen forro polar para protegerte del frío, pues las temperaturas en Rascafría hacen honor a su nombre.


Puente del Perdón, Rascafría


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Por su cercanía con el monasterio, no es de extrañar que este bosque haya sido transitado en multitud de ocasiones por los monjes que allí habitaban, quedando para la posteridad sus rutas favoritas, pero también los enclaves más especiales que se pueden descubrir conforme nos adentramos en él. Uno de esos lugares que justifican su nombre y que consigue un spot digno de tu película de Navidad favorita es la cabaña de madera, ubicada sobre un muelle abandonado, que antaño fue usada como sauna.

Otro de los tesoros monumentales escondidos en el bosque finlandés y muy transitado por los monjes es el Puente del Perdón, que atraviesa el río Lozoya hasta el monasterio. Según cuenta la leyenda, el nombre de este puente remite a siglos atrás, cuando los presos eran juzgados junto al puente. Solo los que eran declarados inocentes y recibían el perdón podían cruzarlo, de ahí que ahora se le conozca por este nombre. A aquellos que no lo cruzaban les esperaba un destino mucho más trágico en la Casa de la Horca.


Casco antiguo de Rascafría


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Sus inmediaciones son de una belleza y un valor histórico incalculable, pero el propio casco antiguo de Rascafría también merece una visita y el privilegio de dejarte deleitar por el encanto rural (aún con cierto toque medieval) de sus calles. Entre los edificios más emblemáticos de Rascafría cabe destacar la iglesia de San Andrés Apóstol, del siglo XV, la Plaza de Trastámara, donde se encuentra la Casona, un edificio del siglo XVI que antes fue un hospital, o el Puente de Manola, donde podrás ver una escultura en honor a todas aquellas mujeres que iban a lavar su ropa al arroyo.

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