
La nueva temporada de la NFL comenzó con dos episodios insólitos. Jalen Carter, tackle defensivo de los Philadelphia Eagles, fue expulsado apenas seis segundos después del inicio del partido inaugural por escupir al mariscal de los Dallas Cowboys, Dak Prescott. Y, más tarde, una tormenta eléctrica obligó a detener el juego cuando faltaban menos de cinco minutos para terminar el tercer cuarto.
El primer escándalo se dio tras la jugada inicial: Carter y Prescott intercambiaron palabras y el defensivo terminó escupiendo sobre la camiseta del quarterback. Todo a escasos centímetros del árbitro.
Prescott lo señaló de inmediato al juez, que lanzó la bandera y decretó la expulsión por conducta antideportiva. Los Eagles también recibieron una penalización de 15 yardas y, en esa misma serie ofensiva, los Cowboys anotaron un touchdown con una carrera de una yarda de Javonte Williams. El público abucheó mientras Carter abandonaba lentamente el campo, casco en mano.
Cuando el encuentro ya estaba 24-20 en favor de Philadelphia, con dos carreras para touchdown de Jalen Hurts, llegó la interrupción por tormenta.
El Servicio Meteorológico Nacional emitió una advertencia por relámpagos y fuertes vientos, y en las pantallas gigantes del Lincoln Financial Field se pidió a los hinchas que abandonaran las tribunas y buscaran refugio en las zonas cubiertas del estadio.
Los jugadores se retiraron a los vestuarios y el partido quedó en suspenso hasta las 11:30 de la noche. Cuando finalmente se reanudó, el marcador no volvió a moverse.
El contraste fue fuerte: antes del saque inicial, los Eagles habían desplegado la bandera que los acreditaba como campeones del Super Bowl 2024. Y poco después se sucedieron los verdaderos fuegos artificiales, con la expulsión de Carter y la inesperada tormenta eléctrica.