Ángeles Castillo

Extremadura está llena de tesoros. Da igual que vayas a Cáceres y hagas parada en Guadalupe y su monasterio Patrimonio de la Humanidad. O que pongas rumbo a la llamada Capilla Sixtina extremeña, en las inmediaciones del pacense Fuente del Arco. Siempre te resultará un viaje embriagador y sorprendente.

Es lo que pasa en Jerez de los Caballeros, también en Badajoz, donde se puede seguir la huella de los caballeros de su nombre, o sea, los templarios. Curiosamente, aunque se trate de otro Jerez, nada que ver con el gaditano, se encuentra casi en la frontera, a poca distancia de nuestro adorado vecino Portugal, donde recientemente visitamos el Santorini del Algarve. De hecho, el precioso Monsaraz, que tiene playa fluvial y todo, está a menos de una hora. Así que este puede ser el plan perfecto del verano.

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Ya su estampa te dejará con la boca abierta. Sobre todo, por la proliferación de torres, a cual más hermosa, brotando entre el blanco impoluto de la villa, con las casas arracimadas en torno a sus monumentos. Un alarde barroco que recuerda, en cierta manera, a Sevilla, pero que conserva su trazado medieval, con la muralla y el castillo guardando los secretos de su glorioso pasado caballeresco. Por supuesto, está declarado conjunto histórico-artístico. Cómo no, si solo verlo de pasada causa ya una profunda emoción estética.

Aquí también la historia se escribe en piedra. Empezando por la alcazaba, de origen musulmán, pero tomada y reformada por los templarios tras la Reconquista y después por la Orden de Santiago. Una fortaleza como mandan los cánones, con su torre Sangrienta, como se conoce la del Homenaje -eran sitios de batalla, al fin y al cabo-, y hermanas: las del Carbón, de Armas, del Reloj o de la Veleta. Y, claro, con una panorámica sobre la ciudad digna de la más entusiasta de las alabanzas. Desde este privilegiado balcón se puede jugar a identificar cada torre.


La puerta de Burgos, uno de los accesos a la villa amurallada.


TURISMO JEREZ DE LOS CABALLEROS


Veamos. Tenemos, haciéndose con todas las miradas, la altísima y revestida de azulejos policromados de la iglesia de San Bartolomé, llevando a gala su acentuado barroquismo y con un interior en el que sobresale la pila bautismal de, atención, Vasco Núñez de Balboa, el descubridor del Pacífico en 1513, y un altar mayor tallado en madera. Y la de la iglesia de San Miguel Arcángel, el faro espiritual de Jerez, que se alza en la plaza de España, presumiendo de frescos, cúpula y retablos. Dos auténticas maravillas.

Qué ver en Jerez de los Caballeros más allá de su castillo

Continuamos con las torres. La cuadrangular, de cuatro cuerpos y muy robusta de Santa María de la Encarnación, la iglesia más antigua del municipio, de origen visigótico y con pasado como mezquita. Y la de de Santa Catalina, de campanario cuadrado de tres cuerpos, barroca y con toques neoclásicos, y famosa también por su retablo mayor. Todas componiendo la silueta, por no decir skyline, jerezana.

Estamos en el suroeste de la provincia de Badajoz, elevados 500 metros sobre el nivel del mar e intramuros porque, no hay que olvidarlo, aún sigue en pie buena parte de su muralla. De las seis puertas que tenía, solo se conservan dos: la de Burgos, que no es en referencia a la lejana ciudad del Arlanzón, sino al cercano Burguillos del Cerro, y la de la Villa. Esto para entrar, porque si se trata de salir, hay que ir derechos al parque de Santa Lucía, extramuros por poco y con bellas vistas del valle del río Ardila y las estribaciones de Sierra Morena.

Que haya tantas iglesias tan principales marcando territorio con sus torres no debería hacer sombra a otros monumentos como el convento de San Agustín, el de Nuestra Señora de la Consolación o el de la Madre de Dios. Todos blanquísimos. O a las ermitas de los Santos Mártires, San Lázaro o Santiago. Hay hasta una veintena de edificios religiosos con rasgos góticos, renacentistas o barrocos. Y otros tantos palacios: el de los Quevedo, el de Rianzuela, el del Bachiller Martínez de Logroño o la Casa del Sol.


La impresionante iglesia de San Miguel Arcángel.


TURISMO JEREZ DE LOS CABALLEROS


En Jerez de los Caballeros se rinde culto además al cerdo ibérico, que tiene su momento cumbre con la celebración del Salón del Jamón Ibérico y la Dehesa, que reúne a principios de mayo a los mejores proveedores del sector y recibe miles de visitantes. No hay que pasar por alto que está a menos de una hora del afamado Jabugo, ya en la espectacular Huelva. Productos los del cerdo que se pueden degustar en los restaurantes locales, que también tienen lo suyo.

Desde el restaurante Santa María, junto a la iglesia de la Encarnación, hasta La Ermita, porque realmente lo es. Una del siglo XVII originariamente dedicada al Cristo de la Vera Cruz, que conserva el púlpito y el retablo. Pluma o solomillo ibéricos al carbón, y en ese plan. Jerez de los Caballeros es así. Como curiosidad, no fue Núñez de Balboa, quien goza de casa-museo, el único explorador que salió de estas tierras. Según el historiador Vicente Navarro del Castillo, nada menos que 172 jerezanos se embarcaron en la epopeya americana. Lo que decíamos, pura historia de leyenda.

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