
domingo 03 de agosto de 2025
En Una vida honrada (Ett ärligt liv, 2025), Mikael Marcimain sigue el recorrido de Simon (Simon Lööf), un joven que llega a Lund para estudiar derecho, pero termina involucrado en un mundo que poco tiene que ver con las leyes. Desorientado por el ambiente universitario, conoce a Max, una joven que lo lleva a integrarse en un grupo donde la transgresión es parte del funcionamiento cotidiano y la política se vive como combate.
Primero observa, después participa. Se involucra en reuniones secretas, colabora en acciones callejeras y comienza a ejecutar tareas que implican delitos concretos. Nada parece excesivo si se justifica dentro del grupo, que opera con su propio sistema de valores. Simon no actúa por convicción política ni por necesidad económica, sino por el impulso de encajar, de formar parte de algo en lo que siente que al fin tiene un lugar.
La película, basada en la novela de Joakim Zander, muestra cómo ese proceso se da sin rupturas bruscas. A través de situaciones mínimas y vínculos personales, Simon va perdiendo el control sin notarlo. Lo que comienza como una búsqueda de sentido se transforma en un hábito, y cuando intenta volver atrás, ya no hay punto de retorno.
Con una puesta seca, una atmósfera fría y una narrativa contenida de raíz escandinava, Una vida honrada evita tomar posición y plantea una ambigüedad ideológica que deja al espectador frente a una pregunta incómoda: qué queda cuando los ideales dejan de tener peso y las decisiones se vuelven parte del paisaje.