La Iglesia ortodoxa rusa no busca congraciarse con las masas: sus liturgias son largas; sus ayunos, estrictos; su jerarquía, inmutable, y su teología no se reforma con cada década. Empero, en los últimos años, y con un auge notable desde la pandemia de covid-19, parroquias de esa confesión en Estados Unidos han registrado un aumento masivo de fieles, en especial hombres jóvenes.

Algunos sacerdotes ya hablan de un «tsunami» de fieles que ha desbordado templos y multiplicado bautismos en comunidades de todo el país. Encuentran allí, esos hombres, lo que para ellos representa autenticidad, tradición espiritual y un refugio sólido y diferente al que les ofrecen otras iglesias tradicionales.

Números en aumento

Mientras más iglesias protestantes izan banderas LGBT* y adaptan su discurso a la coyuntura política, crece entre jóvenes estadounidenses el interés por formas de culto más tradicionales, como la Iglesia ortodoxa rusa.

Un estudio en parroquias ortodoxas de EE.UU. mostró que las conversiones aumentaron en 78 % en 2022 respecto a los niveles anteriores a la pandemia. Si bien en el pasado hombres y mujeres se convertían en cantidades similares, desde 2020 se ha registrado un notable incremento en el número de varones que ingresan a la Iglesia ortodoxa rusa.

El padre Timothy Pavlatos, que dirige la Iglesia ortodoxa griega de Santa Catalina en Chandler (Arizona, EE.UU.), señaló en un reportaje difundido a principios de 2025 que antes de la pandemia se convertían como máximo seis personas al año, mientras que en lo que iba de este año su parroquia ya cuenta con 29 catecúmenos (personas que estudian la fe ortodoxa antes de bautizarse).

Además, afirmó que tuvo que pedir apoyo de voluntarios para hacer frente al «tsunami de gente que llega», y señaló que están evaluando la posibilidad de abrir nuevas iglesias ortodoxas en los alrededores.

Por su parte, el padre Josiah Trenham —quien lleva casi 30 años liderando la Iglesia ortodoxa de San Andrés en Riverside, (California)— ha notado un marcado aumento en el interés por la fe ortodoxa en los últimos años.

«En los últimos cuatro o cinco años ha habido un gran repunte. No muestra señales de desacelerarse. Es más, sigue creciendo. Está ocurriendo de forma masiva y en cantidades incalculables en todo el país», dijo.

Actualmente, su parroquia cuenta con unos 1.000 miembros activos. Aunque en su comunidad los nuevos conversos se reparten de forma relativamente equilibrada entre hombres y mujeres, Trenham confirmó que en muchas otras iglesias ortodoxas en EE.UU. el número de hombres que se unen es considerablemente mayor.

¿Qué les atrae?

La decisión de hombres estadounidenses de abrazar la Iglesia ortodoxa está ligada a sus aspiraciones de encontrar una fe que no se adapte a las modas, sino que tenga estabilidad moral, liderazgo espiritual firme y valores tradicionales.

«Lo que realmente me atrajo de la ortodoxia… fue la estructura, la guía, la autenticidad y la historicidad», compartió el profesor de ciencias Matthew Ryan, un ex ateo de 41 años.

A la ortodoxia llegan no solo ex ateos, sino personas que desde edad temprana habían sido criadas en familias religiosas. Así, Ben Christenson se crió en la fe anglicana y hasta asistía a una escuela religiosa, pero a los 25 años decidió convertirse en cristiano ortodoxo por el continuo cambio de posturas, incluso sobre la agenda LGBT*, en su iglesia.

«Todo eso era básicamente fungible, lo que me dio la sensación de que los compromisos teológicos también son fungibles», recordó. Actualmente asiste a la Iglesia Ortodoxa de Santa María en Falls Church (Virginia, EE.UU.). «Hay una sensación de estructura, de continuidad», afirma. 

En opinión del padre Trenham, la «feminización de las formas no ortodoxas del cristianismo en EE.UU.», con canciones emotivas, balanceos, manos levantadas y ojos cerrados en éxtasis durante las misas, ha alejado a varones que «se sienten mucho menos cómodos» en iglesias de ese tipo.

«Nuestras formas de culto son muy tradicionales y muy masculinas», sostuvo.

Por su parte, el padre Moses McPherson, quien dirige la Iglesia de la Madre de Dios, al norte de Austin (Texas), estima que la ortodoxia «no es masculina, simplemente es normal» y cree que algunas iglesias protestantes en EE.UU. ofrecen servicios como si fueran diseñados principalmente para mujeres.

«No quiero ir a servicios que se sientan como un concierto de Taylor Swift«, ironizó. Además, según indicó en mayo, en el último año y medio su congregación había triplicado su tamaño.

Valores tradicionales y familia

Para muchos fieles en EE.UU., la ortodoxia refuerza modelos familiares tradicionales: el hombre como proveedor y guía, crianza de los hijos en casa para protegerlos de la «conversación sobre el transgenerismo», la presencia del liderazgo espiritual masculino y el rechazo a normas sociales fluidas. 

Así, un ingeniero de software identificado como Theodore, de la iglesia del padre Moses, contó que antes de llegar a la Iglesia ortodoxa rusa se sentía vacío por dentro, a pesar de tener el trabajo de sus sueños y una amada esposa.

En su opinión, la moderna sociedad estadounidense está siendo «dura» con los hombres y les inculca la idea de que tienen una relación «muy tóxica» si solo quieren mantener a su familia y ofrecer a su mujer la posibilidad de quedarse en casa y priorizar a sus hijos antes que su carrera. «Así no debería ser», señala.

Una fe sólida

En medio de una sociedad en constante cambio, la Iglesia ortodoxa rusa es percibida por sus fieles en EE.UU. como una fe milenaria que no cambia según las tendencias sociales. 

Así, Bailey Mullins, otro converso que creció como bautista en Carolina del Sur, entendió que muchas denominaciones tradicionales en su antigua iglesia estaban siendo «cooptadas por la política» y por debates como las cuestiones LGBTQ. 

«Quería estar en un lugar estable e inmutable», dijo al explicar su deseo de convertirse en ortodoxo. Actualmente forma parte de la Iglesia ortodoxa de San Pedro, donde la mayoría de los fieles son jóvenes conversos como él.

«Todo está cambiando. Las iglesias protestantes están cambiando. La Iglesia católica está cambiando. La cultura está cambiando. El gobierno está cambiando. La gente quiere algo histórico que no cambie. Quieren algo estable y sólido, que no esté construido sobre arena», concluyó.

*El movimiento internacional LGBT está calificado como organización extremista en el territorio de Rusia y prohibido en el país.