El viernes pasado, Guasones se presentó en la Plaza de la Música. Arrancaron puntuales, sin rodeos, y tocaron durante casi dos horas. La banda se mostró sólida, con un sonido claro, frontal, sin demasiados adornos ni artificios. Lo suyo fue ir al hueso, como siempre.

La puesta fue sencilla pero efectiva: luces bien colocadas, un par de visuales sutiles y lo justo para que todo funcione. Nada de fuegos artificiales ni efectos grandilocuentes. Acá la protagonista fue la música, y la banda lo sabe. Alternaron momentos más calmos con otros más arriba, bien rockeros, jugando con los climas pero sin salirse nunca de su estilo característico.

El show fue parejo, bien tocado, con una lista que recorrió diferentes etapas de la banda. Hubo lugar para los clásicos que todos esperaban —esos que se corean de punta a punta— y también para temas más recientes, que el público recibió con entusiasmo. El ida y vuelta con la gente fue constante, pero sin excesos ni poses. Todo fluyó con naturalidad.

Guasones no necesita demasiado para conectar: se planta, suena firme y va al frente. Eso fue lo que pasó en Córdoba. Un show sin vueltas, directo al corazón del rock.