domingo 01 de junio de 2025

Supongamos que Elon Musk, Mark Zuckerberg, Jeff Bezos y Sundar Pichai se aíslan en una mansión en la cima del mundo mientras una inteligencia artificial creada por uno de ellos incendia el mapa geopolítico, el planteo no resulta tan lejano de la realidad si se lo mide con el termómetro de los flujos de capital que hoy determinan el curso de las democracias contemporáneas

En Mountainhead (2025), Jesse Armstrong traslada el conflicto de Succession al núcleo del imperio digital, aunque ya no desde una lógica familiar sino desde los vínculos empresariales, los intereses cruzados y las tensiones latentes entre los hombres más ricos del planeta, ficcionalizados como Venis, Souper, Learson y Basma, interpretados por Steve Carell, Jason Schwartzman, Cory Michael Smith y Rami Youssef, reunidos durante un fin de semana en Park City, Utah, para jugar al póker mientras el mundo se desmorona

El disparador es una IA desarrollada por Traam, holding de uno de ellos, que disemina información falsa y desencadena una ola de inestabilidad global, con epicentros en distintas regiones, entre ellas Argentina, donde una corrida financiera se convierte en excusa para plantear si el Cono Sur entero debería ser absorbido como parte de un plan de contingencia privada

Desde su planteo, la película organiza un retrato ácido de un sistema de poder que ya no necesita estructuras políticas ni fronteras físicas sino servidores distribuidos y carteras de inversión, el concepto de soberanía se diluye mientras los personajes negocian con presidentes, manipulan mercados y definen estrategias de dominación con la misma frialdad con la que se calcula una jugada de póker

Aunque Armstrong construye un dispositivo que insinúa desentrañar las lógicas contemporáneas del poder digital, el desarrollo se desplaza entre la caricatura funcional y una postura moral que evita el conflicto real, el humor no alcanza para exponer la dimensión de la desinformación, así como el suspenso no logra activar el dilema ético que plantea la concentración tecnológica

El desenlace tampoco propone una discusión estructural sobre los límites de la inteligencia artificial ni sobre la fragilidad de las democracias frente a los nuevos monopolios globales, el guion declara pero no interroga, representa pero no perturba, señala pero no incomoda

Mountainhead no se configura como advertencia sino como reflejo, su efecto no reside en el relato sino en el malestar que genera su superficie, donde los algoritmos reemplazan las decisiones políticas, los estados tercerizan las crisis y las soluciones se negocian entre apuestas privadas