
viernes 16 de mayo de 2025
Eddington (2025) se inicia con una idea muy brillante, aunque pueda no parecerlo: la película se ambienta en el verano de 2020, en plena pandemia del Covid-19, cuando los barbijos eran obligatorios. Durante varios años se sucedieron las películas sobre la pandemia, esas películas que nos hablaban de esos meses tan duros de muertos y confinamiento, muchas veces en forma de diario personal. La película de Ari Aster vuelve la vista atrás para retomar esos tiempos, tan cercanos, y tratarlos como se debe: desde la sátira.
Ahí tenemos, en Eddington, Nuevo México, una cápsula que condensa todos los debates de entonces. El primero, el de los barbijos sí o los barbijos no. Llevarlos es obligatorio y a esa orden solo se resiste el sheriff del condado, al que interpreta Joaquin Phoenix, lo que le enfrenta al alcalde del pueblo (Pedro Pascal). De ahí que el sheriff se postule como nuevo alcalde en las siguientes elecciones y el duelo esté servido.
Casi se puede decir que aquí se acaban las ideas brillantes de Eddington. La sátira tiene unos códigos muy específicos y la acumulación no siempre le sienta demasiado bien. Aster parece inspirarse en las últimas sátiras políticas de un Adam McKay, pero aquí no solo se acumulan ideas sino que todo quiere ser muy grande y aparatoso (¡lo desaprovechado que está el personaje de Emma Stone!). En el fondo lo que intenta es un retrato de los Estados Unidos de hoy en día, con unas críticas muy feroces a todo el ideario MAGA (empezando por lo de los barbijos y continuando por las teorías negacionistas, conspiranoicas, racistas y xenófobas), pero sin dejar de atizar también a las doctrinas woke, como si Aster se quisiera situar en una atalaya desde la que observar con preocupación la deriva ideológica de su propio país.
Y este es un terreno en el que el director de Hereditary (2018) o Midsommar (2019) se mueve con torpeza (la de Beau is Afraid, sin ir más lejos), al menos hasta que todo se sale de madre y comienzan los asesinatos y las explosiones. Entonces sí, Eddington parece encontrar su lugar en la pirotecnia, cuando los personajes pierden su capacidad metafórica y quedan reducidos a meros estereotipos, en buena medida heredados del western, como si Aster se encontrase mucho más cómodo en el género que en la parábola política. Digamos que la sutileza no es lo suyo.








