El versátil y dinámico actor argentino Leo Sbaraglia ofrece en El hombre que amaba los platos voladores (2024) otro de sus memorables personajes en la gran pantalla. En esta ocasión, interpreta al periodista judío argentino José de Zer, quien en los años 80 alcanzó una enorme popularidad en la televisión cubriendo supuestos avistamientos extraterrestres en La Candelaria, Córdoba. Durante semanas, mantuvo al país en vilo con sus reportajes y crónicas, que más tarde se descubrirían como un montaje.

¿Tiene vigencia hoy José de Zer? ¿Se lo extraña en Argentina?
Creo que el público va a extrañar a este José de Zer que mostramos, así como extrañaba al real. Lo van a extrañar, lo necesitan. Necesitamos más de esto.

¿Vos realmente te creíste este personaje? ¿O digamos que lo modificaste partiendo desde el original?
Yo tenía poco conocimiento, un somero conocimiento de él. Era del mundo casi del meme, de lo bizarro, de gente que quizás se burlaba. No sé si se burlaban, pero al menos no lo tomaban muy en serio. Pero cuando leí el guion, me pareció que el tema no era menor, era un tema muy rico para investigar, para meterse. Un tema que, de pronto, muestra cómo un tipo que parte de la realidad va sumiéndose en la irrealidad.

Te dejaste llevar, quizás…
Me parecía muy interesante entender y reflexionar sobre dónde está ese límite. ¿Cuál es el límite entre la cordura y la locura? ¿Dónde está? Bueno, hay gente que francamente dice: «Pobrecito, hay que internarlo.» Pero, al mismo tiempo, ¿cuánta locura linda hay en el mundo? ¿Cuántas posibilidades de generar creación, ficción y poesía desde lugares que de pronto se pueden llamar locura, y están en un filo vanguardista del pensamiento y de la imaginación? Como gente que puede ver un poco más allá.

Tal vez fue un precursor de tanta falsa noticia que nos rodea ahora…
Sí, como dice Diego (Lerman), puede ser el inicio de las fake news, aunque en este caso estas noticias eran como fake news blancas, límpidas, que no le hacían mal a nadie. Simplemente generaban trabajo, generaban espacios y creaban un mundo nuevo donde no había nada. Está bien si estás engañando, quizás al espectador, a través de ese espectáculo, pero al mismo tiempo… no sé. Por eso te digo, la película invita a muchas reflexiones. Pero, por otro lado, lo que también me conmueve mucho es la idea del misterio, el misterio como luz, como un lugar a transitar y al que darle su espacio, sin caer en el escepticismo. Quizás llegará un momento en la historia en que los científicos puedan explicar cosas que hoy no se pueden. O la NASA, tal vez, en algún momento nos dará algún tipo de código sobre cómo podemos transmitirnos cosas telepáticamente. Hay tantas maneras de comunicarnos, tantas antenas que no usamos… Quizás este hombre tenía alguna antena que nosotros no teníamos. Y, bueno, quizás los medios no eran «cartón pintado», como dice el ingeniero, pero había una verdad en él.

En la época que retrata la película, la gente creía mucho más en la televisión, la tomaban como realidad. Pero ahora ya no se cree tanto en la televisión como en los medios sociales, que interpretan, juegan -y peor- con la inteligencia.
Me decía Norma, una persona muy querida, mi madrastra, una persona muy inteligente, psicóloga, luego de ver la película, que le gustaban mucho los planos cortos de la película porque justamente José miraba más para adentro que para afuera. Se va despojando de todo, de todo el circo, hasta quedar solo en su mundo. Él mira para adentro. La imagen de él con la cabrita, mirando el cielo, está metido en un mundo donde nadie más entra…

Otro personaje real que interpretaste recientemente es el del expresidente argentino Menem. ¿Quién creés que supo engañar mejor? ¿De Zer o Menem?
Oh, es una pregunta difícil. Fueron dos titanes. Yo creo que en algún momento vamos a hacer una producción de fotos donde yo me voy a disfrazar como me disfrazaba cuando me vestía maquillado de Menem y me veía también de eso. Vamos a hacer una superposición de De Zer entrevistando a Carlos. Yo creo que son dos grandes personajes de la historia argentina. Con todo lo que podamos matizar al respecto. Pero bueno, Menem era un tipo de un gran poder de determinación y un allegado donde él quería. Y además también tenía un gran manejo del esoterismo. Y trabajaba mucho con eso. Tenía como sus propias cuestiones en ese sentido. Y los dos son dos grandes personajes de la historia nacional, que bueno, ahora nos vamos a ir todavía a los 70, 80, no sabemos, pero me está tocando navegar por nuestra historia, los íconos de la historia argentina.