martes 17 de septiembre de 2024

Como tal, las películas del universo Transformers, que hasta hace poco eran live-action, siempre tuvieron la particularidad de no centrarse en los Autobots como protagonistas, sino que otorgaban el rol estelar a personajes humanos, los cuales solían ser irrelevantes para el universo que Michael Bay desarrollaba en sus diferentes entregas. Esto dejaba a los Transformers relegados a simples objetos publicitarios, al igual que el recurrente product placement característico de Bay, utilizado como excusa para vender juguetes temáticos. Ahora, con estos antecedentes y sin demasiada fanfarria, llega Transformers Uno (Transformers One, 2024), una película que puede considerarse precuela, ya que relata el origen de la rivalidad entre Optimus Prime y Megatron, quienes siempre han sido reconocidos como enemigos acérrimos, pero que alguna vez fueron amigos cercanos, unidos como hermanos, y cuyo vínculo cambió el destino de Cybertron para siempre.

A pesar de contar con un contexto rico para desarrollar la historia de esta rivalidad y justificar la existencia del film, Transformers Uno no logra establecer de manera sólida el vínculo de amistad entre Optimus Prime y D-16 (nombre original de Megatron). Desde el inicio, la película no consigue transmitir una afinidad profunda ni una dinámica entrañable entre ambos personajes. En lugar de sorprender al espectador con una relación genuina y emocional, se observan desde temprano indicios claros de que D-16 traicionará a su amigo y se convertirá en su enemigo. Este fallo en la narrativa, que roza lo inverosímil, está ligado a la falta de riesgo en el guion, que no se atreve a introducir giros sorpresivos o emocionales para generar un impacto en el público. Todo se desarrolla de manera excesivamente lineal y predecible, haciendo que la trama se sienta cómoda y poco emocionante, pues depende en exceso de lo que el espectador ya sabe de antemano.

La ausencia de personajes humanos es un acierto del guion, ya que permite mostrar algo diferente y otorga más tiempo para desarrollar las personalidades de los Autobots de manera innovadora. Así, estos personajes dejan de ser simples herramientas publicitarias o facilitadores de la historia de personajes humanos irrelevantes. Con ello, la película demuestra lo que Michael Bay no logró en entregas anteriores: que las películas de Transformers deben tratarse sobre los Transformers y no sobre los humanos que los acompañan.

El film dirigido por Josh Cooley se destaca especialmente por su magnífica técnica de animación, que resulta ser el aspecto más sobresaliente de la obra. Cooley se atreve a ofrecer una visión fresca y única de la ciudad de Iacon, algo que no se había explorado en profundidad en el universo cinematográfico de Transformers. Además, los Transformers son representados con una fidelidad notable a sus versiones originales de juguetes, lo que añade un toque nostálgico y visualmente impactante a la película.

Si bien Transformers Uno carece de la identidad y la épica necesarias para sobrevivir dentro de su propio universo o dejar una huella duradera en la mente del espectador, es un intento valiente por ofrecer algo diferente dentro del terreno de los Transformers. La película busca hacer justicia al material original con un enfoque más maduro y un corazón lo suficientemente grande como para atraer a los fanáticos sin caer en el típico fan service.