¿Alguna vez has escuchado eso de “yo soy comedora emocional”? Le ocurre a muchas más personas de las que pensamos. Ante un proceso de ansiedad o estrés buscan refugio o alivio en la comida. Es una relación insana la que establecemos en este caso con los alimentos porque no los usamos para nutrir nuestro cuerpo, sino como una escapatoria, distracción o chute rápido de azúcar.

Pero se puede combatir y hay dos pilares fundamentales: la alimentación y el ejercicio físico. Pero no cualquier ejercicio, aunque todo ayuda –y más adelante te explicaremos el motivo- sino uno en particular: el yoga en especial y otros ejercicios que ayudan a reducir la ansiedad de comer a todas horas en general.

Practicar yoga tiene numerosos beneficios para nuestro cuerpo y también para nuestra mente. Por un lado, estamos corrigiendo posturas –lo que nos ayuda, especialmente si controlamos bien la parte de la respiración, a reducir la ansiedad– y por otro, mejoramos las funciones de nuestro cerebro, trabajando la atención y la concentración.

Por eso esta disciplina es clave, porque nos ayuda a poner el foco en trabajar la calma. De hecho, el bienestar con el que salimos después de una buena sesión de yoga nos ayudará a dejar a un lado los asaltos a la nevera, que suelen producirse –entre otros motivos- cuando estamos aburridos. Y esa necesidad de beber agua tras la práctica del ejercicio también nos ayudará con la sensación de saciedad.

Pautas de alimentación para mantener a raya los ataques de ansiedad

Si a la práctica del yoga le sumas estos consejos, tienes el éxito casi asegurado: por un lado, toma suficiente proteína y grasa saludable (ya sabes que no todas las grasas son recibidas de la misma manera y que algunas no solo son buenas sino que son esenciales para nuestro cuerpo). Además, come suficiente fruta y verdura, elige alimentos con densidad calórica baja y lleva una dieta equilibrada. Y por último: no olvides tomarte tu tiempo para comer y masticar despacio.

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