San Lorenzo, con los mellizos paraguayos Angel y Oscar Romero como titulares, ya está jugando en Mar del Plata ante Liniers por los 32avos de final de la Copa Argentina. En caso de igualdad al cabo de los 90 minutos, se recurrirá a los penales. El ganador de este partido jugará en 16vos ante Defensa y Justicia o Estudiantes de Buenos Aires.

El equipo de Diego Dabove se puso pronto en ventaja. A los siete minutos, Alexander Díaz definió tras una jugada rápida y colectiva. La diferencia de jerarquía se vio en el área, mientras los centrales y el arquero del equipo de la Primera D dudaban, San Lorenzo no perdonaba. Pero ese detalle no fue el rasgo principal del primer tiempo. Fue mucho más parejo de lo imaginable.

Después de ese grito inicial sucedieron dos cosas: primero, Liniers no perdió el orden ni la calma y consiguió establecer un desarrollo parejo; San Lorenzo no pudo encontrar espacios para vulnerar a un rival dispuesto a jugar el partido de su historia.

Lo previsible: un equipo de Primera –más un grande como San Lorenzo– no debería tener dificultades en vencer a Liniers, militante de la quinta categoría, la D, la última de la AFA a nivel metropolitano, la amateur. Lo real: la Copa Argentina suele ser territorio de sorpresas. Yo lo padecieron varios grandes y varios campeones. Un detalle curioso: al equipo que suele ser local en San Justo le dicen La Topadora. ¿Podrá hacerle honor al apodo? Justo en el, quizá, partido más grande de su historia nacida en 1931.

Así, entre esas dos cuestiones se desarrolló el encuentro. San Lorenzo demostró que era (y es) más que su rival. Pero no lo suficiente para llevarse por delante a un tenaz Liniers.

Sin embargo, lo terminó resolviendo con cierta tranquilidad. Sobre todo a partir del segundo tanto, convertido de cabeza por Oscar Romero tras un centro de Rojas.

Más allá de todo, Liniers se dio un gusto y un lujo: le rindió homenaje a Diego Maradona en su camiseta. En algún lugar, el Barrilete Cósmico debe estar volando de alegría.