La decisión de los organizadores de Australia de retrasar tres semanas su inicio en 2021 -el primer Grand Slam de la temporada comenzará el 8 de febrero- dejó en claro quienes son los que manejan el circuito a la hora de programar los calendarios.

Los cuatro torneos más importantes, que pertenecen a las respectivas asociaciones nacionales (Australia, Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos) y se asocian entre todos para sacar lo mejor, tienen la sarten por el mango por poderío histórico y deportivo pero, sobre todo, económico.

A ellos no hay con que darle en ese sentido y hasta se habla, incluso, de un anzuelo de 100 mil dólares para cada uno de los 356 jugadores de cada cuadro. Y si además tanto la ATP como la WTA están en una posición de debilidad evidente -se recuerda el cisma que se creó en el circuito masculino con la decisión de Novak Djokovic de crear la Asociación Internacional de Profesionales de Tenis-, todo se complica para el resto.

Y allí aparecen las dos escalas argentinas del circuito masculino: Córdoba y Buenos Aires que deberían jugarse del 1° al 7 y del 8 al 14 de febrero, respectivamente. Es decir que el torneo porteño coincidiría con la primera semana de Australia…

Se habla de una compensación económica de los australianos para los torneos que se verían perjudicados por su nueva fecha; se rumorea también de que podría haber una mudanza a marzo aunque ese mes sería para Indian Wells y Miami; y de que octubre sería una opción aunque la mayoría la descarta.

Lo cierto es que la sensación que reina en Córdoba y Buenos Aires es de una incertidumbre absoluta y ambas organizaciones saben que a sólo dos meses de la fecha original y con el verano a la vuelta de la esquina, las campañas de promoción deberían arrancar cuanto antes aunque no haya público en las tribunas por culpa del coronavirus.

Se vienen días decisivos. Y de decisiones que pueden traer más heridas en tiempos de crisis.w