La húmeda noche en el Maracaná no era una más para el director técnico de Racing. Ahí, en el mítico estadio de Río de Janeiro, para Sebastián Beccacece estaba en juego algo más que la clasificación de su equipo a cuartos de final de la Copa Libertadores. Y el boleto para meterse entre los ocho mejores de América que le recargó la barra de energía al rubio DT lo pagó con sus propias manos Gabriel Arias.

El arquero de La Academia tuvo los brazos más grandes que el Cristo Redentor y canceló su arco con salvadas espectaculares de arriba y de abajo. Fue la figura en Brasil para eliminar a Flamengo -el último campeón-, sepultó las críticas que escuchó alguna vez y volvió a ser el Arias del ciclo del Chacho Coudet que se coronó con el título local.

En el primer tiempo ya se lució mostrando concentración y velocidad de piernas al atorar a Vitinho luego de una mala salida de Alexis Soto. Y en el complemento sostuvo con sus guantes a Racing.

A puro reflejo, otra vez le negó el grito a Vitinho. Sigali la había perdido en la salida y el delantero de Flamengo cerró el contraataque con un remate que se desvió en Soto, pero que igualmente encontró bien ubicado y atento a Arias.

Un cabezazo a quemarropa de Bruno Henrique a menos de un metro sobre el palo derecho. Otro de Willian Arao. Una por abajo sin dar rebote. Otra. El chileno exhibió su nivel de hombre de selección en la ciudad carioca. Solo no pudo, cuando restaban tres minutos, con el cabezazo de Willian Arao que se le metió en el segundo poste y todo se definió en los penales.

Y ahí brilló otra vez Arias, que contuvo el quinto remate, justo el de Willian Arao. Se tomó revancha el arquero de Racing y se lo contuvo al volante para que luego Fabricio Domínguez sellara el pasaje y desatara la locura de todo el cuadro de Avellaneda y de Beccacece, claro, que maquilla el mal andar en la competencia local con el pulso de la siempre apasionante Copa Libertadores.