Hay un concepto que se repitió el lunes último en las conversaciones del presidente Alberto Fernández con su par brasileño, Jair Bolsonaro, y el mandatario electo de Estados Unidos, Joe Biden, con apenas unas horas de diferencia, y no es casual: la defensa del medio ambiente.

Porque más allá de cuán auténtico sea el compromiso ecológico de la gestión del Frente de Todos —no exento, al menos, de ciertas fricciones—, el Gobierno contempla la política ambiental en el plano regional, desde un enfoque pragmático, como otra posible plataforma para reposicionar a la Argentina frente al cambio de paradigma que promete el Norte desde el 20 de enero de 2021.

No en vano, Biden prometió a sus votantes y al mundo que Estados Unidos vuelve al Acuerdo de París el día uno de su administración. La defensa del medio ambiente es un concepto que el demócrata  utiliza, por un lado, como carta de presentación internacional para ofrecer una contracara al escepticismo de su antecesor, Donald Trump. Será también una herramienta de reencuentro con sus aliados, de soft power frente al mundo en desarrollo y de confrontación con China, a quien acusa por sus emisiones de carbono, si cumple con la mitad del esquema ambiental que sostuvo en la campaña.

Para Biden, la defensa del medio ambiente es un concepto que utiliza como carta de presentación internacional para ofrecer una contracara al escepticismo de su antecesor, Donald Trump

Por otra parte, aquel consenso es fruto también de una extensa negociación con los sectores más progresistas de su partido que lo empujaron —no tanto como hubiesen deseado— a teñir de verde sus planes de desarrollo, al menos, desde lo discursivo. Así nació la promesa de limpiar la matriz energética de Estados Unidos para 2050, por caso. Pero el plan contiene, además, una arista externa que es el estímulo para que otras naciones se plieguen a este esfuerzo y que incluiría la exportación de tecnología verde. Ante lo cual, ya son varios los gobiernos que tomaron nota, entre ellos, el argentino.

«Ustedes tienen un país con una gran cantidad de recursos humanos y naturales, con una predominante descendencia europea. Eso va a ayudar a tener un futuro exitoso», manifestó Biden acorde al comunicado difundido por el Ejecutivo. Dejando a un lado la reminiscencia colonialista en la expresión, el interés en el potencial natural de la Argentina se discierne con claridad en la frase escogida para sintetizar esa parte del diálogo entre Biden y Fernández. El comunicado oficial del Equipo de Transición demócrata fue más sutil y solo citó el «cambio climático» como uno de los tópicos abordados.

Alberto Fernández, el Papa Francisco y Fabiola Yañez

En el medio, aparece la figura del Papa Francisco, ponderado por igual por ambos interlocutores y otro predicador del ambientalismo. Nuevamente, el parte informativo argentino fue más detallista en ese aspecto al exhibir los «valores compartidos» del demócrata con el Sumo Pontífice como  «el catolicismo, el cambio climático, la lucha contra la pobreza y los refugiados».  

De fe católica, Biden conoció a Francisco cuando era vicepresidente pero fue luego de la muerte de su hijo Beau que ese nexo se fortaleció a partir de la visita del Pontífice a Estados Unidos, en 2015, y el tiempo compartido con el futuro presidente y su familia para reconfortarlos.

El canciller Felipe Solá lo destacó luego en una entrevista radial: «Francisco, de lejos y sin saberlo, se convirtió en un punto de encuentro. Un punto de unión muy importante«. El ministro relató que Fernández le habló a Biden de que sigue «muchos consejos del Papa y de ideas que surgen del Vaticano». De hecho, en el comunicado oficial argentino sobre el intercambio asevera que hasta se autodenominó su amigo.

Unas horas antes, en diálogo con Bolsonaro, el mandatario argentino también había enfatizado en el medio ambiente como uno de los tópicos a trabajar. Un dato llamativo siendo que era la primera vez que hablaban cara a cara y que el ambientalismo no suele ser de los temas preferidos del brasileño como para romper el hielo de meses de no-relación a nivel presidencial.

«Seguimos avanzando en materia de seguridad y fuerzas armadas, y tenemos que trabajar juntos en el tema ambiental, que es un asunto que nos preocupa mucho. Debemos hacer un acuerdo de preservación«, le indicó el argentino.

«Tenemos que trabajar juntos en el tema ambiental, que es un asunto que nos preocupa mucho. Debemos hacer un acuerdo de preservación», le indicó Fernández a su par brasileño

En el Gobierno, lo explican en los términos de una agenda que se viene de la mano de la nueva administración demócrata con más fuerza. Y que se impone una necesidad tal de generar consensos regionales que hasta podría condicionar el «dejar hacer, dejar pasar» ambiental de Bolsonaro.

El brasileño ha promovido la ampliación de las fronteras agrícolas en su país, a costa del ecosistema amazónico y las estadísticas son bastante elocuentes: la deforestación de la Amazonía, en 2020, alcanzó un área de 11.088 km2, la más grande de los últimos doce años, acorde al Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE).

Paradójicamente, en Argentina se conocía en la misma jornada que el Ministerio de Defensa de la Nación cedía cinco nuevos predios militares a los nueve que ya se reconocen como reservas naturales para la defensa. La iniciativa, que arrancó en 2007 y se interrumpió en 2014, incorporó ahora a la “Isla Martín Fierro” y sus humedales de Delta del Paraná, en el asiento del Batallón de Arsenales 603 del Ejército Argentino, en la provincia de Entre Ríos; “Manantiales”,  ubicado en el Departamento de Calingasta, al oeste de provincia de San Juan, una importante reserva estratégica de recursos hídricos; el «Faro Querandí», famoso por asomar en el mar de médanos de las afueras de Villa Gessell: el «Faro Punta Delgada», en la Península Valdés y «Uspallata», en Mendoza, de gran valor geológico e hidrológico, sobre todo.

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Desde el Frente de Todos, destacan, no obstante, las normas que el empujan desde antes incluso de que se supiera el desenlace electoral en Estados Unidos, como la Ley de Humedales y la iniciativa que busca desalentar los incendios provocados para desarrollar emprendimientos inmobiliarios. Incluso hay un proyecto del diputado Germán Martínez para darle un marco legal a las reservas naturales para la defensa como las que presentaron Rossi junto al titular de Medio Ambiente, Juan Cabandié.  «No es todo pragmatismo —destaca un vocero del oficialismo vinculado a estas temáticas—. También hay una concepción real sobre la sustentabilidad, las energías limpias y la preservación de los ecosistemas.»

Luego, es cierto que el Gobierno no la tuvo sencilla en tema como la minería o el acuerdo con China para la instalación de granjas porcinas. En ambos casos se han opuesto grupos ambientalistas y de la izquierda y hasta se han escuchado algunas voces discordantes puertas adentro del Frente de Todos.

Frente a este último caso, el más resistido en plena pandemia, la Cancillería debió reforzar la cláusula ambientalista del memorándum de entendimiento lo que puso en espera su firma por parte del Ministerio de Agricultura de la Nación hasta tanto China concluya la revisión. Así y todo, algunas provincias como Chaco ya han avanzado con las conversaciones para instalarlas en su territorio.

Por ahora, el ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto sigue sin autoridad en el rubro luego de la renuncia de la directora de Asuntos Ambientales, Silvia Vázquez, alegando lealtad a sus convicciones frente al «debate sobre cuál debe ser el modelo de desarrollo productivo para la salida a la crisis sistemática en la que nos pone el Cambio Climático, agravado por el COVID 19».

mb / ds