Hay muchas cosas célebres que vienen de a siete: las maravillas del mundo, los días de la semana, los colores del arco iris, las notas musicales, los enanitos de Blancanieves, los pecados capitales. El cine es el séptimo arte. Roma tiene siete colinas; los gatos tienen siete vidas; las cosas muy secretas deben guardarse bajo siete llaves. El mes de septiembre recibe su nombre por ser el séptimo en el calendario romano, que no empezaba en enero sino en marzo; del mismo modo, octubre era el octavo y diciembre el décimo. En algunas universidades extranjeras rige la costumbre de que sus profesores tengan un año de vacaciones cada siete, para que dispongan de tiempo libre y así puedan investigar libremente. Es el llamado año sabático; el nombre y la  costumbre provienen del pueblo judío, donde dejaban descansar sus viñedos una vez cada siete años. El adjetivo septentrional quiere decir «del norte» porque la constelación de la Osa Mayor señala hacia ese punto cardinal. Esa constelación tiene siete estrellas y era llamada «de los siete bueyes» o «septentriones». El siete produce otras palabras más o menos fáciles de adivinar: septuagenario, septeto o septena (que es como la docena, pero de siete). Otros derivados del siete son más cultos. Un verso heptasílabo tiene siete sílabas; una hebdómada es una semana; un hebdomadario es una publicación periódica que se imprime una vez cada siete días.

(En la foto: Brad Pitt, que está a punto de abrir una caja, camina junto a Kevin Spacey y Morgan Freeman. En Se7en, de David Fincher, 1995.)