Ángeles Castillo

París será la Ciudad de la Luz, en mayúsculas, pero Lyon es la ciudad de la Fête des Lumières, la Fiesta de las Luces, que también tiene lo suyo. Porque aquí, a las orillas del Ródano y el Saona, todo se hace a lo grande. No en vano es la tercera ciudad más poblada de Francia después de la capital y de la mediterránea y portuaria Marsella. De hecho, se encuentra unida a esta por el corredor natural de su gran río, que precisamente une estas dos magníficas urbes, cada una a su manera. A un lado, el Macizo Central. Al otro, los Alpes.

Su valor histórico y arquitectónico es descomunal, así que no puede extrañar que sea, en una gran parte, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Ya fue la capital de las Galias durante el Imperio romano y gozó de gran fortuna en la Edad Media para coronarse pronto como capital mundial de la seda. Ahí está la colina de la Croix-Rousse, con su barrio obrero, asociado a los trabajadores de esta industria, los célebres canuts, protagonistas de antológicas revueltas laborales. Era un centro textil de referencia en toda Europa; es su barrio más bohemio y artístico.

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O dicho a la manera del escritor e historiador Jules Michelet (1798-1874), la colina que trabaja frente a la colina que reza, la de Fourvière. En esta última es donde se alza gloriosa con su blanca silueta, reclamando todas las miradas, la basílica de Notre-Dame de Fourvière, que tanto recuerda al Sacré-Coeur de París, en plena colina de Montmartre.

Y eso por su diseño inesperado, que bebe de fuentes románicas y bizantinas, luciendo oriental y presumiendo de rutilantes mosaicos en medio de un enclave que es puro Occidente. Desde la Fourvière, la panorámica de Lyon es un regalo. Más todavía si se sabe que en ella se asentó la vieja ciudad romana de Lugdunum, de lo que dan fe sus dos teatros y el museo que lo recuerda.


Así de orientalizante es Notre-Dame de Fourvière, sobre la colina que reza de Lyon.


PIXABAY/DJEDJ


Bajando de las alturas, a todos los niveles, hay que ir derechos al Vieux Lyon, uno de los barrios medievales y renacentistas más extensos que se conservan, junto a Venecia. Y lo tenemos ahí, recostado al pie de la Fourvière, exhibiendo su encanto antiguo, junto al Saona. Un barrio viejo que se alarga hacia otro de los históricos aunque más reciente, la Presquîle (Península), entre el Ródano y el Saona. De grandes arterias haussmanianas -otra vez y siempre París-, con la majestuosa y popular Place Bellecour, tiendas de lujo, teatros e imponentes edificios que denotan la opulencia de la burguesía lionesa.

El Vieux Lyon y el creador del guiñol

Dentro del Vieux Lyon está Saint-Georges, al sur, el barrio de los tejedores, antes de que emigraran a La Croix-Rousse, donde había más espacio para los telares. Después, Saint-Jean, en el centro, el que atesora la catedral de Saint-Jean, con su reloj astronómico, el más famoso y turístico, y con la rue del mismo nombre como eje principal. La que lleva hasta el barrio de Saint-Paul, al norte, donde la estación y la iglesia llamadas igual.


El barrio de Saint-Jean en el Vieux Lyon, a los pies de la Fourvière.


PIXABAY/CHRISTIAN HARDI


Como curiosidad, en la Place Gerson está la casa de Laurent Mourguet, el creador del teatro de guiñol, que derivó de su personaje Guignol, el clásico personaje popular inocente pero llano y bondadoso. Porque, claro, Lyon no iba a ser solo la ciudad del gran chef Paul Bocuse, que ha dejado su gran huella en Les Halles, ese gigantesco mercado donde se dan cita panaderos, pasteleros, queseros, etc, y es el paraíso de los gourmands. Además, en la cuna de la cocina francesa es obligado sentarse a la mesa de algún bouchon y probar los platos tradicionales (quenelles, tablier de sapeur…). Los hay coquetos y preciosos.

Las traboules, los míticos pasajes de Lyon

No nos podemos ir del Viejo Lyon sin haber pasado y traspasado las traboules, los pasajes que atraviesan patios interiores serpenteando subrepticiamente de una calle a otra. Algunos tienen ventanas, como el de la bellísima Torre Rosa, balcones e incluso escaleras. Hay medio millar de ellos catalogados, también en la Croix-Rousse y la Presquîle, y jugaron un papel esencial para la Resistencia durante la Segunda Guerra Mundial. Es impresionante la cantidad de rincones pintorescos y varados en el tiempo que se suceden sin parar.


La Torre Rosa es uno de los lugares más pintorescos del Viejo Lyon.


PIXABAY/DMZ


En Lyon está también el Museo Lumière, en la Villa Lumière, que fue el hogar familiar, además del recinto donde se proyectó la primera película de la historia, en el Hangar du Premier-Film. Se exponen cronológicamente los inventos que llevaron a la creación del cinematógrafo y se proyectan pequeños fragmentos de las primeras películas de los hermanos Lumière. Entre ellos, por supuesto, aquel tren por el que los espectadores pensaron que iban a ser atropellados. Y a solo treinta kilómetros, en Éveux, el convento de Sainte-Marie de La Tourette (1960), proyectado por Le Corbusier y, en consecuencia, cumbre del brutalismo, como nuestras Torres Blancas, todo él de hormigón. No parece un convento, pero lo es, de los dominicos.

Lyon también es la Ciudad de la Luz

Lo de la Fiesta de las Luces del principio lo decíamos porque desde lejos se tiene la costumbre de encender velas el día 8 de diciembre (y siguientes) para iluminar la ciudad. Todo ello en agradecimiento a la Virgen, que en tiempos la libró de la peste. Actualmente, las cándidas luminarias se ven complementadas con grandiosos espectáculos de luz y color que se proyectan sobre edificios y aledaños haciendo que esta hermosa urbe luzca más artística aún.


La Confluence es el barrio ultramoderno de Lyon con edificios icónicos de arquitectura moderna.


PIXABAY/STAN MADORE


Y es que junto al viejo Lyon está el futurista Lyon, hecho realidad en la Confluence, el barrio donde confluyen los dos ríos y se alzan los edificios icónicos de los más prestigiosos arquitectos, sin miedo alguno ni a la forma ni al color. Caso del Cube Orange, conocido como Mimolette, de los arquitectos parisinos Jakob y MacFarlane, y del Ycone de Jean Nouvel, a quien debemos la ampliación del Reina Sofía. Junto a él, la Cité Internationale, diseñada por Renzo Piano, quien firmó nuestro Centro Botín de Santander, e igualmente ultramoderna. Pero con una entrada hacia el histórico parque de la Tête d’Or, puro siglo XIX, coetáneo del Central Park neoyorquino, y uno de los más grandes de Francia.

Cómo llegar a Lyon en avión

Poniéndonos ya en modo viaje, lo bueno es que tenemos a Lyon a solo 2 horas y 15 minutos en un vuelo desde Málaga y Sevilla con Transavia, la aerolínea low-cost del grupo Air France-KLIM, que amplía su red para conectar más ciudades españolas con Francia, Países Bajos y Bélgica. Los billetes para el verano de 2026, que va del 29 de marzo al 31 de octubre, ya están a la venta en su web. Además, esta compañía, premiada por su servicio de atención al cliente y comprometida con el desarrollo sostenible, ha puesto en marcha su plataforma de reventa de billetes, que te permite sacarlo a la venta hasta una hora antes de la salida en caso de que finalmente no puedas viajar.

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