Sara Flamenco

Sobre todo cuando somos más jóvenes, sentimos predilección por los típicos ‘chicos malos’ o aquellos que no nos hacen demasiado caso. Esto genera relaciones tóxicas, de dependencia emocional y, aunque normalmente es algo que se supera con la edad, no siempre es así. ¿Por qué, entonces, nos atraen más aquellas personas que nos hacen menos caso? María Esclapez, psicóloga y autora del libro Me quiero, te quiero, nos da las cuatro claves que explican por qué funcionamos de esta manera tan dañina para nosotros mismos.

La primera causa que pone Esclapez sobre la mesa es la oxitocina. Basándose en el estudio Oxitocina y relaciones románticas vulnerables, del psicólogo noruego Aarseth Kristoffersen, asegura que la oxitocina no sólo se segrega cuando nos eamoramos, sino también cuando hay una situación de crisis en la pareja.

«Cuando interpretamos que existe la amenaza de perder la relación o una posible relación, segregamos oxitocina, una sustancia que podría promover la atención y la motivación hacia dicha relación«, dice la psicóloga. Al segregar esta hormona, tenemos la sensación de que el otro nos gusta más, por lo que hacemos un esfuerzo mayor por mantener esa relación a flote.

La segunda causa sería la baja autoestima, ya que aquellas que no se tienen en una alta consideración tienen la tendencia a sobrevalorar e idealizar a la otra persona. «Las personas con baja autoestima tienen más probabilidades de entender la relación de pareja como un reto que requiere esfuerzo y sacrificio. Entienden que su valía personal depende de mantener a la otra persona a su lado y del refuerzo que pueda obtener de ésta«, dice María Esclapez. Es decir, si no te crees merecedora de algo bueno, te quedarás con las migajas que el otro quiera darte, porque no crees que vayas a conseguir algo mejor porque no lo vales.

La tercera causa viene motivada por la forma en la que han cubierto nuestras necesidades afectivas en la primera infancia. Si en ese momento nuestras necesidades de afecto, seguridad y valoración no han sido cubiertas, tenemos más probabilidades de desarrollar relaciones tóxicas. «Cuando nuestro cerebro procesa la posibilidad de romper un vínculo reacciona activando su sistema de apego, lo que nos invita a sacar toda nuestra artillería y gastar muchísimas energías para evitar que ocurra aquello que interpretamos como malo, o sea la ruptura«, dice Esclapez.

Y como última causa, la psicóloga apunta al amor romántico. «Si vivenciamos nuestras relaciones desde el modelo de amor romántico, es probable que entendamos que el amor es sacrificio y que tenemos que «pelear» por la relación, aunque la otra parte no esté implicada«, dice María. ¿Cuántas veces has escuchado eso de: »Parejas reñidas son las más queridas« o »quien bien te quiere te hará llorar«. Esos mitos del amor romántico se han metido dentro de nuestra cabeza hasta conformar nuestra manera de entender el amor, haciendonos muchísimo daño.

Afortunadamente, esta situación se va curando con la edad, cuando nuestra actividad hormonal es menor. Pero si te has visto envuelta alguna vez en una situación así, al menos ya sabes que no tienes tendencia hacia la autodestrucción.

Noticias Relacionadas