lunes 01 de diciembre de 2025

El punto de partida de 3000 km en bicicleta (2025) se presenta claro: Iñaki Mazza, ex atleta olímpico de BMX, deja atrás el alto rendimiento y retoma la bicicleta para atravesar la Patagonia con el objetivo de reencontrarse con Abyss, quien desde un centro de rehabilitación envía poemas que funcionan como impulso para avanzar. Ese gesto inicial, sin embargo, abre un campo más amplio. Iván Vescovo convierte la travesía en una exploración sobre cómo se configura una identidad cuando los parámetros del deporte y la competencia ya no ofrecen un marco en el cual reconocerse.

Mazza aparece como figura que se aparta de la trayectoria prevista para un deportista de elite. Su retiro temprano no se plantea como caída, sino como momento que permite interrogar aquello que el deporte exige y aquello que deja fuera. Vescovo se concentra en ese desplazamiento para examinar la relación entre cuerpo, registro y libertad. La bicicleta, en este contexto, no es únicamente un medio de transporte; opera como herramienta que habilita un modo de pensar el movimiento, el tiempo y el proceso de desprendimiento de viejas estructuras.

Una parte sustancial del film se apoya en el archivo personal que Mazza registró desde su adolescencia. Allí conviven trucos, caídas, vínculos familiares y amistades. Ese material introduce un modo de intervención visual donde el protagonista construye su propio relato sin la lógica del espectáculo deportivo. En esas imágenes aparecen referencias a modos contemporáneos de entender el género y las sexualidades, líneas que complejizan la idea del héroe atlético y que incorporan experiencias que suelen quedar fuera de los discursos hegemónicos del deporte.

El dispositivo visual alterna entre esa memoria íntima y la observación presente del viaje patagónico. Vescovo organiza el film desde una convivencia de texturas que evita uniformidad y permite que la forma acompañe la transformación del protagonista. Las grabaciones caseras —handycam, ojo de pez, planos del cuerpo sobre la bicicleta— funcionan como base desde la cual la película se introduce en el universo del BMX y sus códigos visuales. Esa estética evidencia la gestación de un relato personal que no se sabía destinado al cine.

El registro actual de la travesía desplaza la acción hacia la ruta. Las largas distancias, los vientos cruzados, los refugios improvisados y el desgaste físico se convierten en signos de un proceso introspectivo. La Patagonia deja de ser escenario para convertirse en zona de interrogación, un territorio donde el avance material acompaña una búsqueda que no se define por la meta sino por el trayecto.

La narrativa visual evita imponer un sentido cerrado. La coexistencia entre los archivos y el presente en celuloide propone una lectura donde pasado y recorrido actual se iluminan mutuamente. La cámara se articula con el movimiento del cuerpo, no para exhibir destrezas sino para registrar la persistencia del viaje y las preguntas que surgen en cada tramo.

3000 km en bicicleta se configura así como relato de un atleta que transforma el desplazamiento físico en indagación sobre los vínculos entre cuerpo, deseo y libertad. La combinación de formatos visuales no funciona como ornamento, sino como modo de acompañar la redefinición del protagonista. Vescovo propone un film donde la ruta patagónica permite observar los procesos que emergen cuando se abandona un camino preestablecido y se inicia otro cuyo sentido se construye pedaleo a pedaleo.