Ángeles Castillo

Antes fue Dorothy y el Hombre de Hojalata y compañía, y ahora es Elphaba y Glinda, pero esto sigue siendo la tierra de Oz. Solo que ya no se trata del libro de L. Frank Baum, El maravilloso mago de Oz (1900), el principio de todo, aunque su historia haya que situarla al final. Ni de su película correspondiente, firmada por Victor Fleming en 1945, El mago de Oz, protagonizada por Judy Garland. Tampoco del bestseller de Gregory Maguire, Wicked: Memorias de una bruja mala (1995), que dio pie a lo demás, el musical Wicked (2003) y la película homónima, que vio la luz hace un año, dejándonos a la mitad.

Ahora llega lo que faltaba, Wicked: Parte II, que se estrena este 21 de noviembre, con sabor inconfundible a Navidad. Es la consagración del universo de Oz como fenómeno de masas. Hasta el punto de que nos ha hecho olvidar por unos instantes a Rosalía, que ya es decir. En esta ocasión, las que alzan la voz son Cynthia Erivo y Ariana Grande, repitiendo como actrices estelares. Pero, eso sí, dando alas a una historia ya no tan edulcorada, sino moviéndose por esos terrenos oscuros que permiten ver la luz. Sí, esta Parte II, en manos otra vez del director Jon M. Chu, también tiene su deriva filosófica. ¿O es autoayuda?

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Como no somos brujas, no tenemos poderes adivinatorios y estamos a este lado del espejo, no podemos saber si tendrá el mismo éxito que su predecesora, si ayudará a implantar en el imaginario la fantástica tierra de Oz y si hará de Elphaba y Glinda personajes tan icónicos como Dorothy, si es que no lo son ya. Pero lo que sí nos ha parecido es que su mensaje viene muy a cuento en el preámbulo de la Navidad. Estas son cinco claves para echar a volar la imaginación con Wicked: Parte II, que traza un marcado arcoíris de emociones, como bien anticipa su título en inglés, Wicked: For Good, apoteosis fílmico-musical.

1. El mundo en el que nos gustaría vivir

En un mundo donde gobiernan el ruido, las prisas, el cansancio y el autobombo, como nos hace saber en todos y cada uno de sus libros el filósofo surcoreano Byung Chul-Han, hablar de dos heroínas que «hacen sacrificios inmensos por el bien de Oz y por la gente que aman», siendo estas las fechas que son y empezando a echar humo la cartelera cinematográfica, solo lo podemos interpretar en clave navideña. Más porque su historia «nos recuerda el tipo de mundo en el que nos gustaría vivir». Y este mundo es «uno en el que la gente demuestra agallas y deja de lado sus deseos personales por un bien mayor, permitiendo que el amor y el altruismo lideren el camino». Las palabras son del productor Marc Platt, y desde luego hay que aplaudirlas.


Glinda y Elphaba, las brujas del maravilloso mundo de Oz.


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Después, Cynthia Erivo dirá: «Desde el punto de vista de Elphaba, espero que inspire a la gente a seguir luchando por aquello en lo que cree, aunque sea difícil». Abordando a renglón seguido uno de los grandes temas de la película: «Ojalá que haga que la gente piense en sus amistades. Pueden cambiar, madurar y virar sin necesidad de romperse. Eso es lo que les ocurre a Elphaba y Glinda. Su amistad nunca acaba, sino que evoluciona». Y en definitiva, como destaca Chu, «queríamos poner toda la carne en el asador, jugárnoslo todo, aspirar a más y profundizar en las emociones. Todos los elementos de esta historia convergen aquí y ahora. Al otro lado del dolor, la traición y la pérdida, también hay perdón, gracia y amor».

2. Dos actrices dando el do de pecho

Estas heroínas, cuya «amistad se convierte en un acto de silenciosa valentía», en palabras de Platt, son Cynthia Erivo, en el papel de Elphaba, y Ariana Grande, en el de Glinda, que vuelven a brillar, como corresponde y como en la primera entrega. Erivo se mete en su personaje con estas palabras: «Desde la primera película, Elphaba ha estado sola, cargando con el peso de ser calificada como Bruja Malvada cuando en realidad siempre intenta hacer todo el bien posible». Una exiliada con poderes, pero sin patria: «Está aislada, viviendo en una guarida construida en la copa de los árboles, donde puede esconderse y que le permite alzar el vuelo. Cuando volvemos a verla, se la ve más estoica y centrada, practicando su magia de manera consciente, estudiando el Grimerión y abrazando el poder que tiene».


Glinda en su mundo de color rosa en la Ciudad Esmeralda.


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En lo que respecta a Ariana Grande, se afianza como maga pop, aquí ascendida como esperanza del pueblo, pero afrontando la soledad del liderazgo: «El Mago (Jeff GoldBlum) y Madame Morrible (la estrella del cine Michelle Yeoh) la han convertido artificialmente en Glinda la Buena para dar a la gente algo en lo que creer, mientras la propaganda en contra de Elphaba inunda Oz», desgrana la actriz. Es la vida que soñó, pero es vacía: «Carga con un sentimiento de culpa por ser cómplice de todo y con la pena de haber sido parte del mecanismo que ha permitido que todo eso pasase, además de con la tristeza de perder a su mejor y única amiga». Junto a ellas, Jonathan Bailey en el papel del príncipe Fiyero, Ethan Slater como Boq y Marissa Bode como Nessarose, la hermana de Elphaba.

3. Una reflexión sobre el mal

Jon M. Chu ha querido reflexionar, según ha declarado, sobre la naturaleza del mal. ¿Uno nace o se hace malo? El eterno debate, algo que está en la esencia del bestseller de Gregory Maguire. Pero ni la Bruja Malvada lo es (malvada). De hecho, vive en el destierro, escondida en el bosque de Oz, librando la lucha por la libertad de los animales silenciados del reino y afanándose en que se sepa toda la verdad sobre el Mago.

Ni la Bruja Buena hace, a priori, honor a su nombre. Reside en el palacio de la Ciudad Esmeralda, adonde llevaba el camino de baldosas amarillas de Dorothy, y disfruta, cual celebrity, de todas las bondades de la fama, mientras que, para terminar de colorear su «vie en rose», está a punto de casarse con el príncipe Fiyero. Todo muy golosina. Con todos los ozianos viviendo en una nube (de azúcar), creyendo que el todopoderoso Mago, que los gobierna no sin encantamientos, es el mejor de los mandatarios posibles.

4. Música, maestras

Wicked: Parte II tiene los mismos ingredientes que Wicked a secas. Empezando por la música y la letras del legendario y premiadísimo compositor Stephen Schwartz, con libreto de Winnie Hozman, a partir del mencionado libro de Maguire. Si Defying Gravity se convirtió en el himno de la primera, ahora es el momento culmen de For Good, la pieza más emotiva del musical teatral. «Han ocurrido cosas que las han hecho enfrentarse, pero el amor que hay entre ellas sigue ahí. El corazón de la historia es cómo, al final, saben reconocer lo que han significado la una para la otra», explica Schwartz. Este es el momento apoteósico, porque si bien el sol siempre se ponía para Elphaba y salía para Glinda en Wicked, ahora van a encontrarse anochecer y amanecer.


Cynthia Erivo como Elphaba, la Bruja Malvada que nunca lo fue.


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Pero también se oirán dos nuevas canciones que, a buen seguro, se recordarán como inolvidables. Por una parte, No Place Like Home, que refleja el lamento de Elphaba, porque tal vez nunca logre volver a casa y pertenecer a Oz, y que incluso ha sido definida como canción de resistencia. «Es un precioso homenaje a esa frase (de Dorothy) y lo que significa luchar por aquellos cuyo hogar corre peligro», aclara Erivo. Por la otra, The Girl in the Bubble, no menos elocuente, sirve en bandeja de plata a Grinda un solo para salir de la burbuja y entrar en los hechos.

5. La magia de Oz, alta costura y art déco

Oz vuelve a ser ese lugar al que la gente quiere sentirse transportada, de ahí su aura mágica. Lo que vemos es un mundo extravagante y utópico, que «desprende una belleza muy particular con sus propios colores, sus propias leyes y su propia humanidad», revela el productor. Sin embargo, no es sino un reflejo de nuestro propio mundo: «La historia funciona porque nos invita a un lugar delicioso, encantador y fantástico, pero tanto su gente como los problemas que afronta se antojan muy reales. Nos sentimos transportados a un lugar extraordinario, pero nos reconocemos en él, y eso es lo que nos conmueve».


Cynthia Erivo, Ariana Grande y Jeff Goldblum como el Mago.


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A ese lugar extraordinario se accede desde tres épocas históricas: «La Edad de la Tierra, cuando una magia ancestral dio origen al Grimerión; la Edad de la Armonía, cuando la igualdad y el progreso intelectual llevaron a la fundación de la Universidad de Shiz; y la Edad del Mago, la era de conflictos en la que Wicked: Parte II tiene lugar», relata el diseñador de producción Nathan Crowley, poniéndonos en situación.

Y para quien a estas alturas se lo esté preguntando, sí hay camino de baldosas amarillas, hecho a partir de un millón de tulipanes de este entusiasta color. Las tres torres puntiagudas que rompen el horizonte de la Ciudad Esmeralda, del Mago, Glinda y Madame, están inspiradas en el art déco y el arte moderno. El ático y el balcón de Glinda tienen mucho que ver con el glamour del Old Hollywood. Y, además, su armario es de alta costura, según el diseñador de vestuario, Paul Tazewell, que lo describe como «Dior combinado con María Antonieta».

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