
jueves 06 de noviembre de 2025
La herida (2024), producida por La Reserva Cine y presentada en el Festival Iberoamericano de Miami y el Bafici, logra reflejar una juventud muy distinta a la actual, con sus propios conflictos y anhelos.
La trama se centra en Raúl (Carlos Santamaría), un hombre de 62 años cuya exitosa existencia se ve abruptamente sacudida por la noticia del suicidio de Marcela, su amor adolescente. Este suceso detona un largo flashback que arrastra al protagonista a los intensos y dramáticos recuerdos de su juventud en el Buenos Aires de 1980, una época de fervor y represión.
El director y guionista Diego Gottheil concibió el guion originalmente en 1987, y su decisión de contarlo desde una perspectiva contemporánea, con Raúl reviviendo sus 19 años, carga el film de un aire de profunda melancolía. La película acierta al evitar la nostalgia vacía, utilizando el pasado más bien como un «toque idílico» y doloroso que contrasta con la realidad del presente.
La trama busca trazar un paralelo entre el trauma íntimo que resuena cuatro décadas después, y los recuerdos del «trasfondo oscuro» de la dictadura. La directora de fotografía, Connie Martin, y el equipo de arte recrean de manera convincente la atmósfera de 1980, con una luz y una puesta en escena que transportan eficazmente al espectador a ese tiempo de ideales y principios que el mundo comenzaba a perder.
Sin embargo, el equilibrio buscado entre los ideales de la época y el vínculo trunco entre la pareja, interpretada por Junior Pisanu y Macarena Suárez, no siempre está bien logrado. El romance, por momentos, recurre demasiado al melodrama, desajustando el tono y desentonando con el espíritu de época que el filme se esmera en representar.
A pesar de sus desniveles, el film de Gottheil es un recordatorio agridulce de que el pasado, con sus luces y sus dolorosas sombras, no es un capítulo cerrado, sino una cicatriz permanente de aquello que nunca se pudo sanar.








