Sara Flamenco

Es muy frecuente no poder controlar al 100% todo lo que ocurre en tu mente. El cerebro sigue mecanismos complejos y automáticos que a menudo escapan a nuestro mando consciente. Pensamientos, recuerdos o ideas que no queremos aparecen sin permiso. No es señal de debilidad, sino parte de cómo funcionamos: una red de conexiones, asociaciones y respuestas automáticas que a veces se activan sin previo aviso.

De hecho, todo el mundo experimenta lo que los psicólogos llaman pensamientos intrusivos: ideas o imágenes no deseadas que surgen de manera involuntaria y repetitiva. No son problemáticos por sí mismos, siempre que no interfieran en el día a día o generen ansiedad constante. Lo importante es cómo se gestionan; si distraen o paralizan, conviene aprender estrategias sencillas para que no bloqueen nuestra vida.

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Qué son los pensamientos intrusivos y cuándo deben preocuparte

Según los psicólogos, los pensamientos intrusivos son ideas o imágenes mentales no deseadas que surgen sin invitación, involuntarias y a menudo incómodas o perturbadoras. En muchos casos, aparecen en personas sin ningún trastorno psicológico, como parte de una mente activa y creativa. Forman parte del funcionamiento normal del cerebro y, en la mayoría de las ocasiones, desaparecen por sí solos.

Sin embargo, cuando estos pensamientos se vuelven constantes, generan un malestar significativo o dificultan la concentración, pueden indicar un problema más serio. Si interfieren notablemente con las actividades diarias o el bienestar emocional, los expertos recomiendan prestar atención y, llegado el caso, acudir a un profesional para recibir orientación.

Además, cuando se asocian con trastornos como el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), donde aparecen obsesiones acompañadas de compulsiones, o con cuadros de ansiedad, depresión o estrés postraumático, pueden llegar a ser paralizantes. En estas situaciones, sí resulta clave intervenir cuanto antes para evitar que se cronifiquen o intensifiquen.

Consejos de experto para que los pensamientos intrusivos no manejen tu vida

Un recurso útil es permitir que el pensamiento intrusivo llegue como invitado: observarlo unos segundos sin luchar contra él, como si fuera una visita pasajera. Esta aceptación temporal reduce la ansiedad asociada y, al no alimentar la resistencia, facilita que el pensamiento pierda intensidad y se desvanezca con mayor rapidez.

Otra técnica consiste en reconectar con el entorno para desviar la atención: identificar elementos que ves, sonidos que escuchas y sensaciones físicas que percibes y dedicando a cada una de esas sensaciones un mínimo de cinco segundos. Este ejercicio de anclaje al presente actúa como una mini hipnosis consciente y ayuda a romper el ciclo mental repetitivo.

También es útil etiquetar y despersonalizar esos pensamientos, diciéndote a ti misma que eso que estás pensando es un pensamiento intrusivo, no eres tú misma. Al tomar distancia emocional, se debilita el poder que ejercen sobre ti. Practicar mindfulness o meditación de manera regular refuerza esta habilidad, ayudando a neutralizar la carga emocional y a recuperar el control.

Finalmente, para los pensamientos que aparecen de madrugada, un truco sencillo es repetirse mentalmente: «este pensamiento puede esperar». Esta frase, acompañada de respiración lenta y profunda, ayuda a posponer la rumiación y facilita volver a dormir. Y si a pesar de aplicar estas estrategias los pensamientos siguen bloqueándote, lo más recomendable es buscar la ayuda de un profesional que pueda echarte una mano. No siempre vas a poder con todo tú sola. Y no pasa nada.

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