El desfile de invitadas a la celebración del Día de la Hispanidad en el Palacio Real rivaliza con la alfombra roja de los Premios Goya como el acontecimiento de moda más interesante del año. Entendámonos: en la ‘red carpet’ que impulsa la Academia de Cine disfrutamos del glamour del que son capaces nuestras estrellas, que es mucho. Sin embargo, en el besamanos que presiden los reyes Felipe y Letizia contemplamos algo más raro: el vestir del poder.

Cada año adquiere más relevancia este paseíllo por el Salón del Trono del Palacio Real, sobre todo, por la intención e interés que muchas de las invitadas ponen en su indumentaria. Evidentemente, es difícil superar a la protagonista absoluta del Día de la Hispanidad, que suele ser la reina Letizia. Este año barrió cualquier competencia de manera muy meritoria: con un sencillo vestido verde de tweed, cosido por las modistas de Casa Real.

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Más allá de la reina Letizia, la guerra de estilo fue cruenta. Tanto, que las dos mujeres que en principio se llevaron casi todos los focos fueron las que tocaron las teclas del asombro, aunque por distintos motivos. Una fue Marta Carazo, jefa de la Secretaría de la Reina y, paradójicamente, la invitada que peor encarnó la etiqueta del protocolo: combinó una falda con estampado de leopardo con una americana entallada negra y un extrañísimo y brillante bolso marrón. Un mix ciertamente raro.

Manuela Villena llamó mucho la atención

En las antípodas de Carazo, las crónicas y críticas señalaron a Manuela Villena, esposa de Juan Manuel Moreno Bonilla, como la invitada más elegante del Día de la Hispanidad. Tras digerir el primer impacto, digamos que Villena pudo pasarse de vueltas con su look. Lució un apagado conjunto de Inés Domecq con un peplum y un lazo de dimensiones inexplicables que prácticamente se la comían. Demasiado ‘arte y ensayo’, quizá, para un evento de las características del 12 de octubre.


Pilar Alegría, Ester Muñoz y Manuela Villena.


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Imagen principal - Pilar Alegría, Ester Muñoz y Manuela Villena.

Imagen secundaria 1 - Pilar Alegría, Ester Muñoz y Manuela Villena.

Imagen secundaria 2 - Pilar Alegría, Ester Muñoz y Manuela Villena.

Con todo, la verdadera lucha de poder entre las invitadas sucedía en otra parte. Y se teñía de otros colores. Citemos, como aperitivo, la pugna vestida de rojo entre Ester Muñoz, portavoz del Partido Popular en el Congreso de los Diputados, y la ministra de Educación, Pilar Alegría. Para el diseñador Juan Avellaneda, nuestro árbitro de estilo favorito en Instagram, Alegría fue la mejor vestida del Día de la Hispanidad con un diseño de Moisés Nieto. Muñoz llevó otro diseño de Domecq para IQ Collection bien intrincado, con superposiciones de color naranja complicadas de justificar.

El duelo de estilo de Ayuso y la nueva ministra

Pero vayamos al duelo más interesante de cuantos vimos en el besamanos del Salón del Trono, protagonizado además por el color discreto por antonomasia: azul marino. Varias invitadas eligieron este tono: la ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez; la vicepresidenta del Club Siglo XXI, Paloma Segrelles; María Guardiola, presidenta de la Junta de Extremadura; la ex ministra Ana Palacios; la esposa del ministro Óscar Puente, Yasmina Gregori… Y, por supuesto, las protagonistas de la lucha de poder más interesante del Día de la Hispanidad: Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, y la ministra para la Transición Ecológica, Sara Aagesen.


Isabel Díaz Ayuso.


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Evidentemente, Isabel Díaz Ayuso fue una de las mujeres con poder más destacadas en el besamanos del Día de la Hispanidad gracias a su vestido azul marino de la firma de Vicky Martín Berrocal. Más en concreto, gracias a su prodigioso escote barco, que subrayaba aún más la blanca piel y la agraciada estructura ósea de la Presidenta. Hubo algún pero a tanto escote, pero la crítica más convincente fue, de nuevo, de Juan Avellaneda. El diseñador dictaminó:

«El azul marino le queda super bien, pero este look no me ha gustado. Me encanta el escote. El escote me ha parecido súper elegante, pero ese ‘burruño’ ahí en medio… No me gusta nada. El zapato no me gusta y la manga tan larga, tampoco». Entendamos lo que llama ‘burruño’: una especie de fruncido en la cintura que hace una bolsa, de nuevo, inexplicable. Quizá un motivo llamado a disimular cierto volumen frontal si lo hubiera, que logra lo contrario de lo que se propone.


Sara Aagesen.


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Justo en la misma liga, con un vestido azul marino y de manga larga, Sara Aagesen sí convenció a la mayoría de la crítica. La ministra para la Transición Ecológica lució un patrón ‘wrap’ de Pedro del Hierro al que no se le podían poner peros ni en confección ni en diseño: los drapeados que nacían en la cintura ni hacían bolsas ni buscaban nada más que envolver la silueta, sin ceñirse de más. Tampoco era exagerado el escote en V, suficiente pero modesto comparado con el que llevó Díaz Ayuso.

Todo el efectismo que Isabel Díaz Ayuso sabe utilizar, prescindiendo por ejemplo de cualquier complemento que distraiga la contemplación de su silueta, brilló por su ausencia en el híper discreto look de Sara Aagesen. Pero, cuidado, la ministra no se privó de jugar sus propias armas de estilo, en forma de unos complementos que añadieron contraste y modernidad a un vestido ciertamente sobrio. Bravo por el bolso terracota de Malababa y los ‘slingback’ en tono rosa de Zara. Su estilo grácil y sereno destacó frente a tantas ganas de lograr notoriedad.

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