«¿Te notas hinchada, con digestiones pesadas o te falta energía? Podría estar hablándote tu hígado«, comienza explicando el nutricionista Pablo Ojeda en uno de sus vídeos publicados en redes sociales. ¿Cómo? que el malestar digestivo puede ser síntoma de un problema hepático? Sí, y este experto te explica por qué, además de ofrecerte consejos fáciles para proteger tu hígado mediante la alimentación.
Según asegura Ojeda, la inflamación del hígado puede estar causada por varios factores, entre los que destaca la alimentación proinflamatoria. «Tu hígado es un órgano silencioso pero esencial. Te ayuda a digerir, desintoxicar y metabolizar correctamente todo lo que comes«, explica el experto. Y esta es la razón por la que un hígado inflamado puede manifestarse en una mala digestión. Veamos cómo cuidarlo desde dentro.
Los alimentos recomendados por Pablo Ojeda para cuidar tu hígado
1. Las hojas verdes como la rúcula, las espinacas o el kale: este tipo de alimentos ayudan a depurar el organismo gracias a su alto contenido en clorofila, fibra y antioxidantes. La clorofila favorece la eliminación de toxinas y metales pesados, mientras que la fibra estimula el tránsito intestinal, facilitando la expulsión de desechos. Además, sus antioxidantes protegen las células del daño oxidativo, apoyando el buen funcionamiento del hígado y promoviendo una sensación de ligereza y bienestar.
2. Alcachofa y cardo mariano: la alcachofa y el cardo mariano estimulan la producción y el flujo de la bilis gracias a compuestos como la cinarina y la silimarina. Estos principios activos favorecen la digestión de las grasas y ayudan al hígado en su función depurativa. Al mejorar el vaciado de la vesícula biliar, contribuyen a prevenir la acumulación de toxinas, apoyan la salud hepática y promueven una digestión más ligera y eficiente.
3. Las crucíferas como el brócoli y las coles: el poder desintoxicante de las crucíferas viene dado por sus compuestos azufrados como los glucosinolatos, que el cuerpo transforma en sustancias activas capaces de estimular las enzimas hepáticas responsables de neutralizar y eliminar toxinas. Estos vegetales también aportan fibra, que facilita la expulsión de desechos a través del intestino, y antioxidantes que protegen las células del daño oxidativo, favoreciendo así un hígado saludable y un metabolismo más eficiente.
4. Cúrcuma, pimienta y jengibre: estas especias se consideran un antiinflamatorio natural por sus compuestos activos: la curcumina, la piperina y los gingeroles. La curcumina reduce mediadores inflamatorios, la piperina potencia su absorción y los gingeroles disminuyen la respuesta inflamatoria en tejidos. Juntos, mejoran la circulación, alivian molestias articulares y protegen las células frente al daño oxidativo, contribuyendo a mantener el organismo en equilibrio y a prevenir procesos inflamatorios crónicos.
5. Limón, pomelo, granada: estas frutas tienen un alto poder antioxidante gracias a su riqueza en vitamina C, flavonoides y polifenoles, que neutralizan los radicales libres y reducen el estrés oxidativo. Esta protección celular favorece la regeneración del tejido hepático y optimiza su función depurativa. Además, estimulan la producción de enzimas que ayudan al hígado a metabolizar toxinas, mejorando así la salud general y apoyando un sistema inmunitario más fuerte.
6. Pescado azul, chía y lino: el omega 3 presente en estos alimentos modula la inflamación al reducir la producción de moléculas proinflamatorias y favorecer la síntesis de compuestos antiinflamatorios. Esto protege las células hepáticas frente a daños y mejora la sensibilidad a la insulina, previniendo la acumulación de grasa en el hígado. Además, apoya la circulación y el metabolismo lipídico, contribuyendo a un hígado más saludable y a un equilibrio general del organismo.
Y además de estos alimentos, Pablo Ojeda nos da un último consejo: «recuerda, evitar ultraprocesados, azúcares simples, alcohol en exceso y grasas trans«. Este tipo de alimentos sobrecargan el hígado, favoreciendo la acumulación de grasa y toxinas. Esto incrementa el riesgo de inflamación, resistencia a la insulina y daño celular. Con el tiempo, todo ello puede contribuir al desarrollo de hígado graso, fibrosis y otras enfermedades hepáticas graves.