miércoles 20 de agosto de 2025

Haz que regrese (Bring Her Back, 2025) resulta lo suficientemente inquietante como para desestabilizar a cualquier espectador, con una Sally Hawkins en una actuación descomunal.

La historia sigue a dos hermanos, Andy y Piper (Billy Barratt y Sora Wong), que quedan bajo la custodia de una ex psiquiatra (Hawkins) hasta que Andy alcance la mayoría de edad. Aunque es su tutora legal, la mujer arrastra el trauma de un accidente pasado, lo que condiciona su conducta y genera tensiones con los niños, especialmente con Piper, que es no vidente.

Conviene no revelar demasiado del argumento, ya que las sorpresas se suceden minuto a minuto y modifican radicalmente el rumbo del relato. Desde el inicio, la narración se vuelve incómoda: imágenes en VHS de inquietantes rituales introducen un horror que, aunque sugerido, resulta tan macabro como efectivo. Bajo esa premisa, la trama avanza hacia el peor de los desenlaces posibles.

El terror se manifiesta en forma de thriller psicológico, donde la mente se convierte en el mayor enemigo al desdibujar los límites entre realidad y fantasía. Esa fantasía pronto se transforma en pesadilla, en un juego perverso de manipulación de adultos sobre niños vulnerables.

Es aquí donde Sally Hawkins brilla con intensidad. Su interpretación transita de una madre posesiva y absorbente a una figura potencialmente peligrosa. ¿Pero lo es realmente, o es la mente confundida de un adolescente la que la percibe de ese modo? La actriz de Maudie (2016) y La forma del agua (The Shape of Water, 2017) alcanza registros oscuros y extremos que remiten a la transformación de Jack Nicholson en El resplandor (The Shining, 1980): ese giro que convierte al protector en verdugo.

En paralelo, emerge una trama policial y una representación truculenta del horror, marcada por la desaparición de un chico y escenas de autoflagelación que quedan grabadas en la retina del espectador.

Una vez más, A24 empuja los límites del género. Haz que regrese es una fábula siniestra sobre el terror íntimo, puertas adentro: padres, tutores, el Estado, todas esas figuras creadas para cuidar y proteger, convertidas aquí en agentes de manipulación y perversión.