Decorar una casa no es solo una cuestión de buen gusto. Ni siquiera es tan sencillo como estudiarse las tendencias de la temporada y copiarlas al pie de la letra (un error de primero de interiorismo, si me preguntan). Decorar una casa es mucho más y las decisiones estéticas no serán las más importantes que tengamos que tomar.
Sabemos que las tendencias están para inspirarnos y adaptarlas a nuestras necesidades, pero hacer de esa necesidad habitacional virtud va a ser la clave para que acertemos con la decoración de nuestra casa. No se trata solo de que sea bonita o esté a la última, también tiene que contar quiénes somos y, sobre todo, ser práctica y funcional para quienes viven en ella. Convertir una casa en nuestro hogar es, sin duda, el gran reto.
Uno de los primeros problemas que suelen surgir cuando tenemos que decorar espacios en nuestra casa es que estos no se corresponden con nuestras espectativas. Queremos un salón más grande, un dormitorio más grande, una cocina más grande. Pero aunque los milagros no existen, la magia deco sí y en muchos casos puede conseguir que el tamaño no importe. O, al menos, que no sea un problema.
Sabemos que hay trucos universales que funcionan para conseguir ampliar visualmente las estancias de nuestra casa. El uso del color y la luz, los muebles con truco, el uso de espejos, el orden o la buena organización de los espacios será clave para conseguirlo. Pero hoy vamos a ir un paso más allá, aunque conlleve reforma.
El truco más usado por los decoradores en dormitorios pequeños
Aunque el salón y la cocina, con permiso del jardín o la terraza, suelen ser los grandes protagonistas, lo cierto es que el dormitorio es nuestro lugar sagrado de la casa. Y no solo el principal, que suele ser más grande: la habitación de los niños o las de invitados también merecen su dosis de atención y mimo deco.
A menudo, estas estancias son las más reducidas de la casa, pero las circunstancias van cambiando y donde antes teníamos un despacho o un vestidor, ahora tenemos que crear la habitación de dos pequeños. Y creedme, van a necesitar mucho más espacio que tus bolsos y, probablemente, que todo lo que imagines junto.
Así que nos ponemos manos a la obra en busca de soluciones bonitas y, sobre todo, funcionales para optimizar al máximo un espacio en el que el confort y la seguridad, además de la estética, van a ser claves. Y hemos encontrado un patrón común que usan los interioristas como truco y que consigue que, aunque parezca imposible, los metros cuadrados se multipliquen como por arte de magia.
En estos casos, se reinventa el concepto de habitación compartida y se huye de las composiciones clásicas a las que estábamos acostumbrados en los dormitorios infantiles y juveniles. Adiós a la fórmula de las literas o las dos camas individuales, la mesita de noche en el centro, un escritorio común y un armario y una cómoda.
Eso sí, lejos de apostar por los conceptos abiertos a los que estamos acostumbrados en salones y cocinas, en este caso los expertos se basan en una optimización del espacio basado en una división racional y funcional a través de colores y elementos de separación móviles, los juegos de alturas y el aprovechamiento milimétrico de hasta el último rincón.
Uno de los trucos se basa en la creación de alturas diferenciadas, pero con soluciones que van más allá de las típicas literas, lo que nos permite reorganizar el espacio de una forma más funcional y conseguir más espacio de almacenamiento. Las camas se elevan del suelo, aprovechando así las zonas inferiores para colocar armarios y cajoneras.
Además, se diferencian las zonas de dormir de las de estudio y ocio a través de divisiones físicas integradas en el espacio, algo que favorece el descanso y la concentración, además de mantener la privacidad de cada uno de sus habitantes en caso necesario. El broche final lo pondrán los colores, texturas, estampados y estilos que usaremos en paredes, textiles y elementos decorativos para imprimir el carácter y gusto de sus habitantes.











