viernes 01 de agosto de 2025

Helena (Zuria Vega) dirige una empresa multinacional, pero en lo privado vive sometida a un vínculo violento con su esposo Claudio (Erik Hayser), un hombre manipulador que ejerce control bajo una apariencia de éxito. La aparición de Iván (Andrés Baida), un joven escort que se convierte en su amante, activa un plan para liberarse: seducción, chantaje y exposición. Lo que comienza como una historia de emancipación íntima deriva en thriller cuando Claudio desaparece y el deseo compartido se transforma en sospecha. Pecados inconfesables (2025), creada por Leticia López Margalli y Guillermo Ríos, se despliega en 18 episodios atravesados por sexo, secretos y traiciones, pero su recorrido narrativo no alcanza la densidad que promete.

La serie apuesta por una estética refinada y un guion repleto de giros, pero evita rozar el conflicto real. Aunque aborda temas como la violencia de género, la represión sexual y las dinámicas de poder, lo hace desde una superficie que neutraliza cualquier incomodidad.

Las escenas de intimidad, abundantes y cuidadosamente coreografiadas, funcionan más como espectáculo visual que como expresión narrativa. Los cuerpos se exponen, pero no construyen sentido. El deseo aparece subordinado a la estética, y la posibilidad de liberar o tensionar queda disuelta en una puesta en escena que evita el riesgo. Incluso los momentos de violencia se resuelven con la pulcritud de una sesión de fotos.

Pecados inconfesables intenta explorar las zonas grises del amor, la culpa y el poder, pero elige el resplandor de los clichés por encima de la complejidad. No logra afirmarse ni como crítica social, ni como relato erótico, ni como thriller. Y ahí reside su verdadero pecado inconfesable: no el que expone, sino el que ejecuta con plena conciencia.