En 1776 la nueva dinastía reinante en España, los Borbones, crean el Virreinato del Río de la Plata para darle una ruta de salida más rápida a la plata potosina a través de Buenos Aires y a la vez ponerle un freno al expansionismo de la Casa de Braganza (Portugal), que había tomado posesión de la Banda Oriental y amenazaba con continuar avanzando, haciendo eje en la Colonia de Sacramento.

Por eso la primera medida fue enviar una expedición para acabar con la amenaza portuguesa y recuperar los territorios perdidos, encomendando a Pedro de Cevallos realizar una campaña que lo llevó hasta Río Grande do Sul con un ejército de 10.000 hombres. Luego de estas acciones, la paz fue sellada en el Tratado de San Ildefonso.

Para prevenir nuevos conflictos se destacó una flota en Montevideo y Buenos Aires era la sede del comando militar. Como la Audiencia y el Arzobispado estaban en Charcas – Alto Perú -, ésta debía ser la sede del virrey, pero su sede militar estaba en Buenos Aires y “la creación del virreinato era más por una necesidad militar que administrativa. No lo comprendieron en el Perú y el alto Perú: aquel, por cuanto el centro administrativo y comercial de Sudamérica se trasladaría de Lima a Buenos Aires; éste porque sujetaba el culto y rico altiplano a un puerto extranjerizado y comercial” (Historia Argentina, J. M. Rosa., pág. 396, Tomo 1).

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Primera invasión inglesa, la chispa de la revolución

A la vez, Buenos Aires se transformó en el único puerto del Virreinato para la entrada de mercaderías desde España (en general paños ingleses, herramientas alemanas o belgas, porcelana francesa, casi nada español) y también para la exportación. Esto impulsó el surgimiento de una burguesía comercial importadora que, a través del dominio del puerto y de la Aduana, es decir del monopolio del intercambio con el mundo, dominaba el comercio de todo el Virreinato, a la vez que empezaba a trabar fuertes lazos con los resortes del poder.

En 1794, al asumir como Secretario del Consulado de Comercio, Manuel Belgrano decía:

“No puedo decir bastante mi sorpresa cuando conocí a los hombres nombrados por el Rey para el Consulado…Todos eran comerciantes españoles, exceptuando uno que otro, nada sabían más que su comercio monopolista, a saber: comprar por cuatro para vender con toda seguridad a ocho…”

Belgrano se refería así a sus colegas del Consulado que portaban apellidos de familias como los Anchorena, Martínez de Hoz, Arana, Escalada, Agüero, Ramos Mejía y Álzaga (entre otros), en su mayoría comerciantes monopolistas que defendían ante todo sus intereses personales y los de sus compatriotas residentes en Cádiz, a quienes, en muchos casos, representaban. Esa era la columna vertebral de la burguesía porteña que se enriquecía rápidamente obligando a todos los comerciantes del interior a ser sus socios menores. El ingreso de las mercancías por Buenos Aires, a la cual llegaban en forma directa por el Atlántico con menos costo de flete naval y que tenían un camino comparativamente mucho más llano hasta el Alto Perú. Se trataba de una burguesía monopólica, importadora y contrabandista (pues a través de Brasil se compraba la producción inglesa a mitad del precio de Cádiz). Fue bajo este signo que Buenos Aires se transformó en la llave de entrada a la riqueza sudamericana.

Además, la plata potosina bajaba hasta Buenos Aires para ser embarcada rumbo a la metrópoli, y una parte quedaba para el pago del funcionariado, de la guarnición y de la Armada. En poco tiempo la ciudad cuadruplicó su extensión, se alumbraron las calles, se levantaron cafés, teatros, colegios y lo que era una mísera aldea (en 1738 tenía apenas 4.500 habitantes y en 1744 solo 10.000) pasó a ser el centro comercial, político, militar y la sede excluyente del poder virreinal.

Con la creación del Virreinato comienza la rivalidad por la dirección de la Sudamérica española entre el viejo poder virreinal peruano y los advenedizos comerciantes porteños que dio lugar a los enfrentamientos entre 1810 y 1816 (con eje en el Alto Perú) y que después (con la declaración de la Independencia) continuaría con la campaña libertadora de José de San Martín.

*autor de “Los orígenes de la dependencia argentina”