El complejo científico-tecnológico argentino, conformado por institutos, entes y universidades que funcionan de modo interconectado, cuenta con un punto neurálgico que lo gobierna, financia y organiza: la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación, organismo que dependía del ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, ahora degradado al rango de secretaría. Fernando Peirano, su expresidente, explicó en el estudio de «QR» el modo en que el Gobierno nacional desmonta instituciones clave y cuál es la envergadura del daño infligido por la política oficial.

«La ley Bases excluyó a muchos organismos de ciencia y tecnología de su disolución, pero no de su modificación o reconversión«, introdujo Peirano, y prosiguió: «La agencia tenía un directorio federal donde sus integrantes trabajaban ad honorem. Fue reemplazado por un comité directivo de tres personas, delegados del presidente Javier Milei«, relató. El exfuncionario habla en tiempo pasado porque el jueves 3 de julio el Ejecutivo publicó en el Boletín Oficial el decreto 447/25, norma que habilitó profundos cambios en la dirección del organismo madre del sistema. «Desde ahora, es lo económico lo que prevalece como criterio para decidir qué proyecto financiar», expresó.

El rol que la agencia cumple permite orientar y guiar la actividad de más de 25 mil científicos en actividad en el país, designando prioridades y financiamiento, y articulando entes entre sí para permitir el trabajo colaborativo al interior del sistema. Su trabajo conforma una suerte de agenda de planificación en materia de ciencia y tecnología, según contó en el programa que se emite por Bravo TV de lunes a viernes a las 22.

En dicho tejido conectivo, el rol de la academia es central. Peirano mencionó que durante los últimos 18 meses abandonaron las universidades públicas más de 10 mil profesores, y aseguró que el Gobierno intenta «desmantelar la libertad de cátedra», rasgo que distingue al sistema científico argentino, según describió.

El Ejecutivo busca decidir qué investigaciones del Conicet seguirán activas y cuáles «no lo valen»

La dimensión del daño ocasionado por las modificaciones es extensa, dijo. El economista explicó además qué proyectos de vanguardia fueron posibles gracias al trabajo mancomunado de los especialistas, especialmente en el área de las vacunas contra el Covid-19, donde el CONICET desempeñó un papel central.

Hacia el final, Peirano opinó que la intención del Ejecutivo es simplificar y primarizar las estructuras productivas del país, por lo que «ve a la ciencia como un problema», una complejidad donde habitan voces críticas, disonantes y exigentes que deben ser silenciadas.

FPT