
sábado 05 de julio de 2025
La historia sigue los pasos de Ángela Márquez (Verónica Sánchez), una arquitecta y madre de dos niñas que comparte una vida en apariencia estable junto a su esposo Gonzalo (Daniel Grao). Sin embargo, detrás de esa fachada se esconde una fachada. Lo que parece una videa ideal revela enseguida un entorno marcado por el control, la manipulación y la violencia psicológica. La llegada de Edu (Jaime Zatarain) —un supuesto excompañero del colegio— altera ese equilibrio frágil establecido hasta entonces. Su presencia provoca una serie de interrogantes e introspecciones que mantienen a Ángela en un estado constante de vigilancia.
La serie no expone la violencia de forma explícita; en cambio, se centra en detalles sutiles —gestos, rutinas, silencios— que transmiten una sensibilidad particular en cada escena, siempre construida desde la perspectiva de la protagonista para que el espectador pueda compartir y experimentar su ambigüedad emocional y la complejidad de encontrar una salida.
Verónica Sánchez conduce la narrativa principalmente a través de sus expresiones faciales y gestos, sin recurrir al dramatismo. Su interpretación se destaca por una actuación contenida, que muestra de forma precisa el desgaste interno del personaje. Por su parte, Daniel Grao encarna con solvencia a Gonzalo: un hombre que oscila entre la cordialidad en público y la violencia en la intimidad. No se trata de personajes unidimensionales ni exagerados, sino de matices que revelan con claridad la lógica manipuladora del vínculo entre ambos.
La historia avanza de manera gradual, revelando aspectos nuevos de los personajes a medida que progresa. Edu, quien aparece inicialmente como una posible vía de escape, se convierte pronto en una figura enigmática. Nada en Ángela responde a estructuras narrativas convencionales: los personajes ocultan sus intenciones, cambian de posición, y alteran el mapa emocional de la protagonista. Cada uno de los seis capítulos dirigidos por Norberto López Amado desplaza el enfoque, genera tensión y pone en duda lo que se creía evidente, al tiempo que interroga la confianza personal y la posibilidad de romper con un vínculo atravesado por el sufrimiento.
El uso del género thriller no responde únicamente a una decisión estilística, sino que se alinea con la estructura emocional del relato. El suspenso no busca solo entretener, sino revelar la inestabilidad propia de ciertas interacciones humanas. En Ángela (2024) no hay golpes bajos ni idealizaciones románticas; lo que se presenta es una red compleja de vínculos sostenidos por la omisión, el miedo o el desgaste acumulado.
Ángela, remake de la serie australiana Angela Black (2021), no pretende ofrecer respuestas definitivas ni cerrar conflictos. Su mayor logro reside en representar un proceso de reflexión que no se resuelve con gestos heroicos, sino con decisiones ambiguas, dudas persistentes y la necesidad urgente de recuperar el control sobre una vida que se ha ido desdibujando tras años de sometimiento.