viernes 20 de junio de 2025

La propuesta de Echo Valley (2025), dirigida por Michael Pearce, parte de una premisa cargada de tensión: una madre atravesada por la pérdida, una hija al borde del colapso, y un hecho violento que las arrastra a un punto sin retorno. Con Julianne Moore y Sydney Sweeney al frente, el film intenta sostenerse en el vínculo materno-filial, pero lo que comienza como un drama íntimo deriva hacia un thriller que nunca logra articular una tensión sostenida ni consolidar un tono propio.

Narrativamente, la película se fragmenta en dos mitades que parecen pertenecer a universos distintos. La primera, atravesada por el duelo y la contención emocional, se apoya en la interpretación sobria de Moore. La segunda, marcada por un cambio brusco de registro, irrumpe con la aparición de Claire (Sweeney), ensangrentada y con el supuesto cadáver de su pareja en el auto, forzando a su madre a tomar decisiones extremas.

El guion de Brad Ingelsby (recordado por Mare of Easttown) reitera esquemas ya transitados: mujeres quebradas, secretos familiares, hombres violentos y una fatalidad ineludible. Pero aquí las piezas no encajan del todo. Las motivaciones, sobre todo las de Claire, resultan difusas, y los vínculos masculinos están construidos desde estereotipos poco elaborados.

Moore asume con oficio un personaje que le exige poco, mientras Sweeney intenta conferirle complejidad a una figura moldeada desde el cliché de la hija rebelde. Sin embargo, la química entre ambas —elemento central para sostener el núcleo emocional— nunca termina de consolidarse.

Domhnall Gleeson, en un rol secundario como narcotraficante, aparece más como un recurso funcional que como una amenaza real. Fiona Shaw y Kyle MacLachlan completan el reparto, aunque sus personajes carecen de densidad narrativa.

Echo Valley pretende abarcar múltiples registros: thriller, drama rural, retrato de la maternidad, metáfora de una América fracturada. En esa búsqueda de identidad, se dispersa. Y con ella, también se disuelve la posibilidad de generar tensión o empatía.